Redacción Ibarra
Son casi las 10:30 del miércoles 23 de diciembre. En el centro de la ciudad de Ibarra el trajinar es escaso. Algunos locales están abiertos y otros permanecen cerrados a pesar de la hora y la temporada navideña. Para Marco Boada este extraño panorama tiene una sola explicación: los apagones.
En su negocio de manufactura y arreglo, denominado Calzado Boada Jr., la producción y reparación de zapatos está paralizada, por lo menos hasta que retorne el servicio de energía eléctrica.
Boada asegura que las ventas descendieron en un 50%. Y añade: “Los cortes son una molestia diaria. Dependo de un pulidor eléctrico para confeccionar los zapatos y sin este me siento sin manos. A la semana sacaba a la venta 20 pares… Ahora apenas logro hacer 10 o incluso menos”.
Su local se divide en dos. El lado frontal, que da a la calle Borrero, sirve como almacén para exhibir los zapatos. En la posterior está su taller de confecciones.
Con el auxilio de un vela trata de ponerse al día con el arreglo de calzado. “Tengo tantos pares que reparar. La gente se molesta y no viene. Dios quiera que estos apagones terminen pronto, sino estaré perdido”.
No lejos de allí, en el Centro Histórico de Ibarra, Édgar Gallegos mira preocupado las mesas y sillas vacías. Su local de venta de helados de paila se llama La Bermejita y desde que empezaron los racionamientos sus cuatro empleados no tienen mucho que hacer.
Antes de los racionamientos hacían 50 litros de helado, pero tuvieron que bajar a 20. Gallegos explica el porqué. “Las congeladoras no funcionan. La gente al ver la oscuridad no ingresa, peor si el apagón es entre las 18:00 y las 19:00”, asegura Gallegos.
Fernando Silva, propietario del restaurante El Chagra, en la calle Olmedo, también se siente perjudicado. La puerta de su local está medio abierta.
“Imagínese que ya son las 10:00 y no hay clientes. La gente no entra cuando no hay luz y no tengo dinero para comprar una planta propia. En el día entregaba 20 variedades de platos, pero ahora apenas hago desayunos y almuerzos”, explica Silva.
Los comerciantes de los dulces tradicionales también están perjudicados por los racionamientos. “Utilizamos licuadoras, mezcladoras eléctricas para obtener la materia prima de las melcochas, arropes, nogadas y otros dulces. Esta época de Navidad se supone que debíamos vender mucho, pero no es así”, dice Evelyn Sánchez, desde su local ubicado en la esquina de las calles Olmedo y Oviedo.
En la Empresa Eléctrica Regional del Norte (Emelnorte) el jefe de Distribución, Robinson Mejía, continúa preparando los cronogramas de corte para los próximos días. Los más de 186 000 clientes, desde Tulcán, Cayambe y Tabacundo soportan racionamientos de entre dos y cuatro horas diarias.
“Todos los días publicamos las desconexiones en nuestra página web y en los medios escritos y radiales. Comprendemos el perjuicio que estos cortes ocasionan y les ofrecemos disculpas. Sin embargo, el plan de ahorro sigue con las suspensiones de los alumbrados públicos, parques y áreas sociales”, explica Mejía. Pero esta disculpa no alcanza en el momento de cuadrar cuentas dice Boada.