David Villacís García
Al escuchar la palabra “oscurantismo”, enseguida se nos viene aquel período conocido como la Edad Media, entre los años 476 y 1453, cuando cayó el Imperio Romano; los efectos colaterales de aquel retroceso influyeron incluso hasta el siglo XVIII.
Si pensábamos que esa clase de regresiones únicamente sucedían en el pasado, nos equivocamos, pues hace tres años, aproximadamente, llegó a nuestro país un movimiento que evidentemente carecía de características renacentistas, a pesar de que aseguran ser abanderados del ansiado cambio.
Estaría por demás describir el dramático desempleo producto de las políticas de un Gobierno empeñado en ahuyentar la inversión extranjera y privada.
Esto ha ocasionado desempleo, a lo cual se suma la arremetida del hampa, pese a que algunos revolucionarios aseguren que solo es una “percepción”.
Pero si todo lo explicado fuese poco, Ecuador, después de 15 años, vuelve al fantasma de los apagones.
¡Sí!, en pleno siglo XXI, y después de que se gastaran millones en propaganda política, el Gobierno no tuvo mejor recurso que quitarnos la luz para enfrentar esta crisis energética.
De nada ha servido que esta haya sido la administración con mayor bonanza económica, pues es evidente que es más importante gastar la plata en imagen que construir un sistema energético que nos permita modernizarnos. ¡Linda revolución!