La Nación, Argentina. GDA
El segundo filme de la saga de vampiros escrita por Stephenie Meyer, ‘Luna nueva’, es casi un torneo de renunciamientos románticos.
La ficha técnica
Título: ‘Luna nueva’
Dirección: Chris Weitz
Guión: Melissa Rosenberg
País: Estados Unidos
Año: 2009. Dur.: 130 min.
Género: Fantasía
Música: Alexander Desplat
Se presenta en: Cineplex, Cinemark, Multicines y Supercines.
Edward, el vampiro galán y generoso, abandona a Bella para evitar que se exponga a los peligros de los ‘chupa sangre’. Jacob, el amigo que la ama en secreto, debe alejarse antes de que el lobo que lleva dentro desfigure el rostro de la chica.
Todo esto -matizado por alguna disputa entre vampiros y hombres lobo, una visita muy vistosa a la aristocracia vampírica (en Volterra, Italia) y bastante exhibición de musculosos torsos masculinos no alcanza sino para completar las largas dos horas de filme.
En esta segunda película hay mucha conversación y una intensidad romántica más declarada que perceptible.
La -hasta ahora- tetralogía literaria de Meyer está destinada a un público bien específico, en su mayoría femenino y adolescente. Seguramente esperaba esta segunda adaptación fílmica con ansiedad que supo ser multiplicada por una hábil campaña de lanzamiento: mucha promoción, mucho merchadising, mucho misterio y unos pocos anticipos administrados en dosis breves y esporádicamente.
Quizás hacía falta semejante operación ya que lo que la historia traía de novedoso ya había sido expuesto en ‘Crepúsculo’, la primera parte: vampiros buenos, vegetarianos y vírgenes; indios licántropos en eterna guerra con ellos, el amor concebido como una fatalidad que justifica cualquier sacrificio, la visión idealizada del dominio que cada personaje puede ejercer sobre sus impulsos, adolescentes capaces de defender sus elecciones más allá de la opinión de los adultos…
Pasada la novedad, sólo queda en ‘Luna nueva’ averiguar cómo podrá avanzar el romance entre la simple mortal y el pálido muchacho que ya pasó los 100, pero sigue aparentando 18.
Así lo será por los siglos de los siglos salvo que ella, mordisco mediante, se pase al otro bando.