Redacción Siete Días
La casa de América Ibarra parece un refugio de leones. Tiene más de 1 000 distribuidos por todos los rincones de su domicilio, provenientes de todas partes del mundo, de todo tipo de material, formas, tamaños y en todas las presentaciones posibles.
Italia, Portugal, México, España, Estados Unidos, Ecuador y China son algunos de los países en donde ha adquirido sus piezas. Tiene leones en figuras, joyas, cuadros, fotografías, cobijas, lámparas, toallas, sillas, incluso hasta chocolates. Algunos de los materiales con que están hechos son pasta de hueso de camello, mármol, jade, oro, plata, plástico, madera, cristal, cobre, bronce, entre otros.
Su afición, “guiada por un símbolo”, como ella mismo lo dice, nació en 1996 cuando viajó por primera vez a Europa. “En mi viaje me encontré con el símbolo del león como fuerza, voluntad y coraje que es lo que ha significado para los grandes imperios de Europa”, cuenta.
En ese viaje compró sus primeros ejemplares y, desde aquel día, por cualquier país que vaya, siempre busca una figura de león o cualquier objeto que tenga un león. “No importa que sea grande ni elegante, simplemente algo que pueda traer a casa para ampliar la colección”, dice.
Lo que la impulsó a coleccionar estos felinos fue “el haber visto tantos monumentos enormes en mi viaje, el haber leído la historia del animal y lo que representaban. Los leones que están en los palacios reales y en las plazas de los países europeos simbolizan las revoluciones, los logros militares más importantes en la historia. Todo ese contexto histórico hizo que tome la decisión de empezar a juntarlos”, cuenta.
Su meta es encontrar piezas antiguas, tenerlos en otras variedades de materiales “y algún momento encontrar un espacio para tenerlos todos juntos y adjuntar la explicación de cada uno, de dónde vienen y qué representan en los respectivos países”.
Algunas de sus piezas más queridas son una figura de porcelana de un león con alas que compró en Venecia, “el león alado” , como ella lo llama; una lámpara del león dormido de Suiza, por emular muy bien al verdadero: un león pequeño que dice ‘Waterloo’, porque representa los triunfos de Bonaparte. Además de un dije de oro en forma de león, hecho bajo pedido por un joyero de Cuenca.
Su fascinación por los leones va más allá de la simbología del animal en la historia. “Me identifico con las características del animal. La vida es dura y hay que mantenerse de pie. La fuerza y la gallardía del león son el símbolo de la lucha que cada ser humano debe tomar para enfrentar las dificultades”, explica emocionada.