Por Gabriela Loayza
Entre los diferentes afiches que decoran los pasillos de las salas de cine, existe uno que se diferencia particularmente de los demás. En realidad, no es una diferencia que salte a simple vista, pues las gráficas que expone son de tan alta calidad que parecería anunciar a una más de las producciones multimillonarias de Pixar o de Disney.
“Me encantaría
realizar una producción entre Ecuador y Perú. Sería espectacular trabajar entre los dos países”.Sin embargo, la película de animación 3D ‘El Delfín: La historia de un soñador’ (basada en el ‘best seller’ del escritor peruano Sergio Bambarén), resalta por haber sido animada, diseñada, dirigida y coescrita por cineastas y artistas latinoamericanos.
“Cuando salió el proyecto de esta película, los productores pensaban hacerla en Alemania. Pero yo les sugerí que miraran nuestro trabajo antes de decidir”, cuenta el director peruano-alemán, Eduardo Schuldt, que vive y trabaja en Perú. “Al mes y medio”, cuenta, “les mostré un demo de unos dos minutos. Entonces decidieron trabajar con nosotros”.
Esta anécdota puede sonar a un golpe de suerte, pero ha sido el resultado de un largo y exhaustivo proceso. Antes de ‘El Delfín’, Schuldt y su grupo de animadores peruanos ya habían creado la película de animación 3D ‘Dragones: Destino de Fuego’ (2006) y, antes de esa, ‘Piratas en el Callao’ (2005). Como cuenta Schuldt, hicieron su primera película de animación en un garaje, sobre mesas de cocina y con el apoyo de sus amigos animadores. El presupuesto con el que contaron fue de unos USD 300 000, una cifra ínfima en comparación con los costos de las superproducciones animadas (‘El Delfín’, una coproducción alemana, italiana y peruana, costó USD 3 millones). Por todas estas razones, ni el propio Schuldt podía creérselo cuando ‘Piratas en el Callao’ se convirtió en un éxito taquillero, con más de 1 millón de espectadores en Latinoamérica. “Nunca pensé que fuera a tener tal aceptación. Yo me decía: ‘Bien, como mi sueño ha sido siempre hacer una película de animación, termino esta y listo’. Pero fue tal el éxito comercial, que pudimos seguir haciendo más películas”. La sorpresa no fue solo para Schuldt, sino también para aquellos que decidieron invertir en su sueño, aun cuando les decían que estaban locos por apostarle a una película animada y que perderían toda su inversión. Sin embargo, el riesgo que tomaron valió la pena. ‘Piratas en el Callao’ no solo tuvo ganancias en la taquilla, sino que alcanzó USD 150 000 en la venta de diversas licencias o permisos para crear muñecos, adhesivos, camisetas, etc. Lo mismo ha sucedido con ‘El Delfín’ y a mayor escala. “Esto se ha convertido en un buen negocio y hoy en día se está empezando a invertir mucho en Perú. Me encantaría que pasara lo mismo en el resto de Latinoamérica”, dice Schuldt, quien ama vivir y trabajar en América del Sur.
El beneficio del éxito de Schuldt ha derivado en otras áreas. Antes de sus películas, no existía un solo instituto de animación en Perú. Ahora existen siete institutos especializados y hay mucha más gente capacitada, lo que se traduce en más producción. Sin embargo, “Perú es un caso atípico. En Latinoamérica, la mayoría de personas no se arriesgan a hacer un largometraje de animación”, dice Schuldt. Sin embargo, este director y guionista tiene fe en el futuro gracias a los resultados que se han ido cosechando. A la final, una de las frases de la película ‘El Delfín’ (que es distribuida por la 20th Century Fox) parece resumir la historia de Schuldt: “Hay que creer en uno mismo en contra de todo lo que puedan decirnos’.