Qué difícil gobernar un país que se ahoga en el subdesarrollo e intenta salir del pantano en el que se va hundiendo. Menos mal que se han vuelto inservibles las lamentaciones de las que fue plañidero mayor Eduardo Galeano. De lo que se trata actualmente para lograr tal intento es empeñarse en políticas guiadas por el sentido común, resultado del conocimiento que ya se tiene, y que son precisamente las que más opositores levantan y más enfurecen a quienes vivían satisfechos hasta que los ciegos vieron.
Una vez que el crudo era refinado por las transnacionales y los derivados del petróleo nos costaban un ojo de la cara, en los mejores momentos al Estado ecuatoriano le quedaba líquido un dólar por barril. Fue como cometer un delito que decidiéramos que una parte de nuestra producción fuera refinada en Venezuela, con lo cual nos ahorramos 200 millones de dólares anuales. Ni qué decir tiene que la construcción de la Refinería del Pacífico, que la hemos iniciado, colmó la paciencia de quienes nos tienen boca abajo. Es la razón para que en estos días denuncien como una infamia el Plan B que tenía el Gobierno en caso de que la Iniciativa Yasuní- ITT no llegara a un honorable buen término: el petróleo de tal reserva serviría para alimentar la mencionada refinería. Entre quienes ponen el grito en el cielo se hallan los que talaron el bosque tropical húmedo de la Costa y no paran de aprovecharse del precioso cedro amazónico, incluido el de la reserva Yasuní. Según los ecologistas, la deforestación de la Región Amazónica tendrá consecuencias más desastrosas que las que produjo la Chevron-Texaco. Son los mismos que han sembrado millones de pinos en los páramos andinos: el colchón más rico en agua del planeta se extinguirá.
El Gobierno requiere de recursos. Yo no creo que los haya malversado o despilfarrado. Los ha invertido en educación, salud, bienestar social y vialidad como nunca antes en nuestra historia republicana. De 2 a 10 veces más que en los tres gobiernos que le antecedieron. Qué duda cabe que el coletazo de la crisis mundial nos ha golpeado, y toda previsión se quedó corta inclusive en los Estados Unidos. De ahí que el Gobierno debe empeñarse a fondo no solo en sus planes energéticos sino en la minería a gran escala que también ha encontrado cuestionadores infantiles.
Todos ellos son los aliados del subdesarrollo. Son los que mirarán impasibles que se paralicen las obras viales; que millones de campesinos no cuenten al menos con atención primaria de salud; que a los niños se les niegue una escuelita dotada de lo necesario y maestros calificados; que a miles de familias campesinas se les haya dado un pedazo de tierra para que tengan tan solo donde caerse muertos sin el auxilio de un pequeño préstamo; que vuelva el desinterés más craso por la educación superior.