Quito, centro del mundo por la Línea Ecuatorial que divide los dos hemisferios, vuelve a globalizar el planeta: si ayer preconizó el derecho de los pueblos a reasumir la soberanía para evitar el despotismo; hoy proclama la conjunción arte-historia para rechazar neocolonialismos, discriminaciones, islas-presidio, torturas y violación de los derechos humanos.
También la música une ahora al mundo para conmemorar el Bicentenario de la Revolución de Quito, los 200 años de la ‘admiración-rechazo’ de Beethoven hacia Napoleón Bonaparte y el natalicio de Félix Mendelssohn Bartholdy. Corresponde a Boris Cepeda la organización de este gran festival internacional, que durará más o menos un año, con decenas de grandes eventos (conciertos sinfónicos, grandes orquestas, afamados solistas) en diversas ciudades de Alemania y Ecuador.
El quiteño Boris Cepeda es, en nuestro país, uno de los más altos exponentes de las artes musicales. Se destacó desde su infancia por su inclinación al piano, con rasgos de virtuosismo que obligaron a sus padres y amigos a impulsar sus estudios dentro y fuera del país, culminados de modo brillante. En Alemania, donde se destacó y vive desde hace varios años, goza de alta nombradía como concertista, director de orquesta, compositor y catedrático.
¿Por qué al maestro Cepeda se le ocurrió unir el mundo en torno a 1809 y la música? Porque aquel año en Quito -tan lejos de Europa- sus próceres, al proponerse romper la tricentenaria subyugación colonial, izaron también superiores ideales de prioridad del espíritu -fe, libertad, cultura, heroísmo, ofrenda de la vida-que no alcanzaron a ver realizados porque el 2 de agosto del año siguiente fueron alevemente asesinados en el Cuartel Real por las reaccionarias tropas de represión enviadas por los Virreyes de Lima y Santa Fe de Bogotá.
Al compaginar estas páginas con las de la vieja Europa, Boris encontró dos augurales coincidencias. La primera, que este mismo 2009 se celebra el bicentenario de la composición por Ludwig van Beethoven del V de sus famosos y célebres Conciertos, talvez el mejor. La concordancia le hizo reflexionar en la ejemplar actitud del gran compositor vienés respecto a Napoleón, similar a la de nuestros patriotas: antes le había dedicado la ‘Eroica’, su III Sinfonía, pronto llamada ‘Emperador’, pero cuando Napoleón Bonaparte devino en amo de Europa sacrificando millones de vidas humanas en aras de su narcisismo, Beethoven rechazó la soberbia imperial y borró aquella dedicatoria. Segunda coincidencia es la celebración, este mismo 2009, de los 200 años del natalicio de Félix Mendelhsson, otro grande de la música alemana.