Agustín Eusse A.
Editor de Sociedad
Los psicólogos y pedagogos modernos dicen que cada vez que un padre o profesor le endilga a su hijo o estudiante el mote de “¡qué bruto eres!” o “¡no entiendes!”, cuando no hace bien la tarea escolar o comete un error en casa, el niño se lo cree. En el futuro este adolescente, joven y luego adulto seguramente replicará estas supuestas “fallas” o “deficiencias” en sus actividades cotidianas.
Un desfile de ministros
Desde agosto de 1988 hasta hoy, 16 ministros han manejado el tema educativo. Roberto Passailaigue en dos ocasiones y Raúl Vallejo, en tres oportunidades que suman siete años. Algunos, como Sandra Correa, quien vivió el escándalo de la mochila escolar; Ottón Morán, Vladimiro Álvarez, entre otros, no pasaron de cinco y seis meses en funciones. Así poco pudieron hacer para mejorar la calidad de la enseñanza.
El 8 de marzo de 2008, en la presentación de resultados de las pruebas SER a los estudiantes, Raúl Vallejo acusó a los ministros de turno y a sus políticas en la larga noche neoliberal por las bajas calificaciones.
Los resultados de las pruebas SER (Sistema Nacional de Evaluación y Rendición Social de Cuentas), presentados el lunes por el ministro de Educación, Raúl Vallejo, se parecen al ejemplo del maestro y su alumno. ¿Por qué? Simplemente porque el país arrastra más de 13 años sacando bajas calificaciones en el aula y seguimos repitiendo ese círculo vicioso.
En 1996, cuando el Ministerio aplicó las primeras pruebas llamadas Aprendo, los estudiantes de tercero de básica sacaron 10,7 sobre 20 en lenguaje. Y en 2007 alcanzaron 11,6. Un año después, en 2008, en las nuevas pruebas SER, el 67,56% de alumnos de cuarto año de básica obtuvo entre regular e insuficiente en esa misma asignatura. Y en matemática, el 81,96% de los estudiantes de tercero de bachillerato del país (antiguo sexto curso), quienes ya se graduaron, sacó regular e insuficiente.
Pero estas cifras en rojo que sacan los alumnos no son un problema aislado. Los maestros fiscales tampoco han demostrado un desempeño satisfactorio, pues en las evaluaciones que ha hecho este Gobierno se revelaron graves vacíos académicos.
Entre las razones se mencionan la falta de inversión en el sector educativo, la escasa capacitación docente, la discontinuidad de las políticas educativas (en promedio la permanencia de un ministro en el cargo ha sido de un año), la partidización y politización del Magisterio… Pero, lo más grave quizás, es que ningún gobierno se percató de que es hora de cambiar el modelo: el actual ya se agotó.
En este aspecto la responsabilidad de Raúl Vallejo, que ha estado presente en tres gobiernos (dos años con Rodrigo Borja, dos con Alfredo Palacio y tres con Rafael Correa) también ha sido gravitante si se trata de evaluar los pocos avances para mejorar la calidad educativa.
¿Hay fórmulas?: una sería redefinir el objetivo de la educación y conectarla con el sistema productivo. La evaluación y la rendición de cuentas son bienvenidas en el sistema educativo. Pero lo más importante es que los estudiantes cuenten con mecanismos permanentes de acompañamiento pedagógico.