Fotografía de carteles para la segunda marcha “Ni Una Menos” en Buenos Aires (Argentina). Foto: EFE
Sonia discutió con Marcelo, su ex marido, en la casa donde la mujer vivía sola junto a sus dos hijos. El hombre ingresó pese a que tenía una orden de restricción de acercamiento judicial porque hace un mes ya la había atacado a golpes. Y ahora la degolló con una cuchilla. La medida judicial no alcanzó y otros dos pequeños se quedaron sin madre por culpa de la violencia de género.
Esto ocurrió el martes 22 de noviembre de 2016 en la provincia de La Pampa (Argentina) y Sonia no llegó a entrar -como varias otras víctimas asesinadas este mes- en las nuevas estadísticas de feminicidios de la ONG argentina La Casa del Encuentro, que registró 230 casos desde enero hasta el 31 de octubre.
Uno cada 30 horas, un promedio que se mantiene sin cambios desde hace varios años en Argentina pese a que la campaña Ni una menos resuena cada vez más potente en la sociedad. La violencia de género no conoce de edades ni clases sociales.
De los 230 femicidios registrados, una víctima era una bebé, 6 eran niñas, 20 eran adolescentes, 8 estaban embarazadas, 9 eran adultas mayores, 2 eran mujeres originarias y 7 eran transexuales.
El número de denuncias de violencia contra la mujer crece, pese al tabú en las clases altas a exponer estas situaciones ante las autoridades, y de las trabas que enfrentan las mujeres de los sectores más humildes para acceder a la Justicia, con el alto riesgo además de quedar expuestas a represalias ante la falta de refugios y otras medidas de protección.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), que declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, califica la violencia de género como una “pandemia global”. “Hasta un 70% de las mujeres sufren violencia en su vida”, advierte.
Cada día mueren en promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujeres, de acuerdo a las cifras difundidas en octubre por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
“Es un problema sistémico en el mundo que mata mujeres, bajo un modelo patriarcal. La medida que va a lograr erradicar definitivamente la violencia de género es el cambio educativo porque en su raíz es un problema cultural”, declaró la presidenta del Consejo Nacional de las Mujeres argentino, Fabiana Tuñez.
La violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos, consecuencia de la discriminación que sufre y de las desigualdades por razones de género.
La relatora especial de la ONU sobre violencia contra la mujer, Dubravka Simonovic, remarcó esta semana que “la violencia contra la mujer se encuentra reflejada en las desigualdades y discriminación contra la mujer, por lo que su prevención y erradicación debe basarse en el logro de una igualdad de género y en el empoderamiento de la mujer mediante la prevención, protección y persecución de los hechos en forma holística, lo que no sucede en la actualidad”.
La campaña Ni una menos logró enorme adhesión en Argentina y trascendió las fronteras porque puso en el tapete una urgencia social, en la que no se mezclan banderas políticas ni de clase.
Surgió en 2015 y hace pocas semanas volvió a tomar las calles tras el brutal empalamiento y asesinato de una adolescente de 16 años en la ciudad de Mar del Plata. Otra joven, de 14 años, fue drogada y violada por cuatro compañeros de escuela esta semana en la otra punta del país, en la provincia de Misiones, pero logró sobrevivir a la violencia.
Los casos se repiten día a día y sólo algunos, los más cruentos o conmocionantes, suelen despertar la somnolencia social respecto a la violencia de género. Tuñez afirmó que en Argentina se está avanzando en la defensa de las mujeres y la lucha contra la violencia, pese a que la relatora de Naciones Unidas advirtió que el país sudamericano “padece deficiencias considerables” aún.
Desde julio está vigente el plan nacional de erradicación de la violencia de género, que prevé asistencia y atención general a las víctimas. Los llamados al número de emergencias para mujeres en situación de violencia pasaron de 3 500 por mes en 2015 a 7 000 este año.
De ellos, un 30 por ciento son mujeres que piden ayuda por primera vez. Se trabaja en tanto para implementar un sistema de tobilleras electrónicas para los hombres denunciados, con el fin de que las órdenes de restricción de acercamiento no queden sólo en un papel, y en una capacitación obligatoria sobre la problemática a empleados judiciales y fuerzas de seguridad.
“En muchos lugares la Justicia tiene una mirada sexista“, lamentó Tuñez. Por cada víctima de un feminicidio se debe multiplicar por cinco o seis el número de víctimas colaterales. Y los hijos que quedan sin madre por culpa de la violencia machista son el rostro más triste y más desprotegido de esta pandemia.
Se empiezan a tomar medidas para brindarles asistencia integral. En Argentina, el Parlamento debate una ley para otorgarles un reconocimiento económico. “No hay una sola medida que mágicamente pueda erradicar la violencia de género“, señaló la titular del Consejo Nacional de las Mujeres. “Lleva distintos tiempos en cada uno de los distintos países”.
“Pero el mensaje a difundir es que por suerte no todos los hombres son violentos y deben sumarse a la lucha contra los feminicidios. Las mujeres no somos cosas, no pertenecemos a nadie, somos sujetos de derecho y cuando decimos ‘no’ es ‘no’ y los hombres deben irse para otro lado”, remarcó Tuñez.