Imagen referencial. Arqueólogos determinaron que en el neolítico, los habitantes de la cueva Els Trocs murieron en medio de un episodio de extrema violencia. Foto: Flickr/ Odense Bys Museer.
Eran cinco adultos y cuatro niños, solo dos de ellos emparentados, y murieron durante el Neolótico antiguo -hace unos 7 300 años- en un episodio de “extrema violencia” ocurrido en la cueva de Els Trocs (Huesca-España), según la reconstrucción hecha en un estudio que publica Scientific Reports.
En la cueva se han realizado numerosos hallazgos arqueológicos y restos de dos docenas de individuos, de los que nueve -cinco adultos y cuatro niños- pertenecen por cronología y estratigrafía al horizonte más antiguo del lugar, 7 300 años.
Un trabajo internacional dirigido por españoles de la Universidad de Valladolid, con la participación de la Autónoma de Madrid (UAM) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), presenta un estudio exhaustivo de esos restos, localizados a lo largo de 10 años de excavaciones.
Los datos genómicos indican que dos de los nueve individuos eran padre e hijo (un varón en unos 30 años y un niño de unos seis), mientras los otros tres niños tenían madres diferentes cuyos genomas no se han detectado en el resto de huesos humanos de la cueva.
Pero lo que más llamó la atención de los investigadores fue el alto grado de fragmentación de los restos óseos, y su enorme dispersión por la cueva sin conexiones anatómicas claras; lo que les ha permitido deducir que los restos no se corresponden con enterramientos estructurados.
El estudio antropológico señala que en los nueve había evidencias de “una extrema violencia peri e incluso postmortem“, según una nota la Universidad Autónoma de Madrid.
Cuatro de los cinco adultos muestran heridas similares de impactos de flecha en el cráneo que, “con mucha probabilidad”, fueron los causantes de su muerte.
Las características de las lesiones producidas por el impacto de flechas indican que fueron ocasionadas fuera de la cueva, luego los cuerpos fueron trasladados al interior, donde sufrieron nuevas manipulaciones traumáticas postmortem.
Todo el grupo presenta numerosas lesiones por objeto contundente en el cráneo y otros huesos, especialmente en los huesos largos, que “también pudieran haber provocado la muerte”.
Las señales de violencia en los huesos largos de los brazos y las piernas se encuentran a menudo cerca de las articulaciones y produjeron la ruptura y destrozo de dichos huesos.
“La mayoría de los impactos violentos fueron ciertamente infligidos alrededor del momento de la muerte, sin embargo, y debido a la similitud de las huellas de violencia postmortem, estas pudieron haber formado parte de un ritual de difícil comprensión hoy en día y que podríamos considerar como una segunda ejecución“, según Rafael Garrido Pena de la UAM y coautor del trabajo.
Los investigadores han planteado varias hipótesis para explicar la violencia y el manejo brutal de los cadáveres, entre ellas que la causa pudiera ser una cuestión de disputas territoriales o de robo de ganado o de mujeres.