Abraham Calazacón es músico y líder del proyecto cultural Mushily. Foto: EL COMERCIO.
El entorno natural de los tsa’chilas ha servido de inspiración para que marimberos y músicos nativos compongan canciones. En la mayoría de sus interpretaciones, cantadas en el idioma tsa’fiki, se rinde un homenaje a los dioses de la naturaleza, que según su cosmovisión son quienes les proveen de alimentos, evitan los desbordamientos de ríos, apaciguan las fuertes lluvias e incluso los libran de las sequías.
También, a través de estos dioses, se puede curar a enfermos por medio de las plantas medicinales que el bosque les proporciona. Por eso, hace más de cinco siglos ellos inventaron más de 20 instrumentos, de los cuales aún se conservan 10.
Para la fabricación de cada instrumento emplearon los huesos y la piel de animales, como el saíno o el venado. También usaron la caña guadúa, el bambú e incluso el barro para crear instrumentos de vientos, especialmente.
Abraham Calazacón, músico y líder del proyecto cultural Mushily, cuenta que los primeros sonidos musicales empezaron en el bosque al entrelazar las grandes hojas de los árboles como el de la chonta. El tsa’chila se dio cuenta que podía lograr sonidos similares a los del bosque si unía varios elementos como el contacto de las uñas de las cabras con las hojas. Ese tal vez es uno de los primeros instrumentos y los antepasados lo conocían como Newe pami.
Sin embargo, no hay registro fotográfico ni escrito de esos primeros instrumentos. “Solo tenemos la idea de los que nos han contado nuestros abuelos”.
En Mushily lograron recopilar 10 instrumentos musicales como el tirilo, towelo, tsiti, bambo to, shuade, wamba buto, noto welo, quelame, ishampi y kununo. Estos artículos fueron donados por familias al proyecto cultural y turístico.
Calazacón señala que los instrumentos tsa’chilas tienen la particularidad de que cada uno debe ser entonado con un propósito, de lo contrario se pueden atraer energías negativas. El tsiti, por ejemplo, es un instrumento de viento que era utilizado por los cazadores de aves y de guatusas. Con ese sonido lograban atraer a los animales.
Mientras que la marimba (quelame) solo se entonaba en fiestas y reuniones familiares. Este instrumento fue introducido por los marimberos de la nacionalidad chachi, de Esmeraldas. Posiblemente se dio a manera de trueque y se adaptó a los ritmos que ya se entonaban con los instrumentos de vientos.
Los danzantes de las fiestas siempre imitan los movimientos de los animales, especialmente de las aves. Por eso, los tsa’chilas no bailan en pareja ni se quedan en un solo lugar, sino que recorren la pista constantemente.