Teodoro Méndez, cultor de la tradición afro del valle del Chota

Teodoro Méndez cumplirá 57 años. En un salón de su casa, ubicada en la comunidad de Tumbatú, cantón Bolívar, en Carchi, el artista atesora varios objetos que están relacionados con su etnia. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.

Teodoro Méndez cumplirá 57 años. En un salón de su casa, ubicada en la comunidad de Tumbatú, cantón Bolívar, en Carchi, el artista atesora varios objetos que están relacionados con su etnia. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.

Teodoro Méndez cumplirá 57 años. En un salón de su casa, ubicada en la comunidad de Tumbatú, cantón Bolívar, en Carchi, el artista atesora varios objetos que están relacionados con su etnia. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.

Solo basta con que en sus manos tenga un tambor o sobre la cabeza se coloque una botella para dar rienda suelta a su arte.

Segundo Teodoro Méndez adquirió en su hogar la pasión por la bomba, la música y danza que caracteriza a los afros del valle del Chota.

Recuerda que cuando tenía ocho años aprendió a golpetear el tambor, confeccionado con madera de balsa, cuero de chivo y sujeto con una cuerda.
Una década después empezó a interesarse por el baile. Le inspiró su madre Belermina de Jesús, una diestra bailarina.

La octogenaria mujer aprendió a danzar cuando era niña, observando a los mayores. Con algunas amigas imitaban a las matronas que meneaban sus caderas mientras en la cabeza sostenían una botella de cristal o una angara, un recipiente hecho de calabaza en el que llevan alimentos.

El próximo 4 de marzo, Teodoro Méndez cumplirá 57 años. En un salón de su casa, ubicada en la comunidad de Tumbatú, cantón Bolívar, en Carchi, el artista atesora varios objetos que están relacionados con su etnia.

En una de las paredes cuelgan ocho tambores llamados también bombas. Algunos han sido elaborados por Méndez.

En el otro extremo de la sala, sobre improvisadas estanterías de madera, hay una variedad de puros. Estos últimos son calabazas secas que se utilizan como instrumentos de viento.

También hay artesanías elaboradas con cabuya, cuadros pintados por Méndez, diplomas, medallas y otros.

Sobre una mesa, en cambio, descansa una maqueta en que está boceteado su mayor sueño: un centro de cultura afrodescendiente.

Anhela que se construya con paredes de baharaque y techo de paja, como las antiguas viviendas de esta zona cálida.

“Las costumbres y tradiciones de nuestro pueblo se deben conservar. Nos hace mucha falta un espacio como este para reforzar la memoria y atraer al turismo”.

Otro de los sueños de Méndez es mostrar la cultura de su pueblo en otros países. Ha visitado Colombia, Perú, Cuba y El Salvador. En esos escenarios se presentó junto a Zoila Espinosa, la Reina de la Bomba, ya fallecida, que fue su pareja de baile durante dos décadas.

Los danzantes tuvieron varias anécdotas. En la primera presentación en Colombia, Méndez improvisó un paso militar en la coreografía, que sorprendió a todo el auditorio.

El personaje de contextura gruesa y cabello y barba cana recibe en su casa a autoridades, artistas y personas interesadas en conocer su trayectoria. En julio pasado, el africano Ahmed Fofana, del Festival Sonoridades Madambé, llegó a verlo.

Una de las actitudes que se resaltan de Méndez es la lucha por recuperar elementos de su etnia, dice Ramiro Almeida, titular de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Carchi.

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