El grupo Papagayo estrena la segunda de sus obras, que está dedicada a infantes de cero a cinco años. Foto: EL COMERCIO
Una modalidad escénica que prescinde del texto y de los elementos tradicionales de la narración, en el que se articulan palabras sueltas y que se sustenta en las formas, el color y la música, en las sensaciones, volúmenes y movimiento. Así define la actriz y directora cubana Aleida Santiago el teatro para bebés, un formato que brinda un espacio para imaginar y jugar a niños de la primera infancia, al tiempo que actúa como estimulación temprana.
Santiago, directora del grupo de teatro infantil Papagayo, dirige ‘El patio de mi casa’, una obra para infantes de 0 a 5 años que la agrupación guayaquileña estrenó el domingo en el Teatro Sánchez Aguilar (TSA). La obra estará en escena todos los domingos de julio.
El elemento visual es preponderante en esta modalidad que cobró fuerza desde inicios de este siglo en Europa, y que se ha expandido por Latinoamérica, con una rica tradición en países como Brasil. Alondra Santiago y Mía Espinosa (10 años) aparecen en escena en la pieza de Papagayo.
Usan coloridos objetos que representan lo que hay en los patios, como regaderas, piedras, gatos y pájaros de felpa, hechos a mano por la directora de la agrupación, quien, además, toca la percusión. ‘El patio de mi casa’ tiene música del pianista Eddie Chiang. Es un teatro demostrativo. Los actores lejos de interpretar personajes están allí para mostrar, para crear una experiencia placentera, un espacio mágico donde los bebés no solo se relajen sino que también aprendan”, dice Santiago.
Las funciones dan sensaciones primarias –explica-, al conocimiento del color, el movimiento, la primera aproximación a la textura. Apesar de que prescinde de elementos narrativos como el conflicto, las obras tratan temas actuales.
En ‘El amanecer’, la primera obra para bebés que el grupo estrenó en 2014, el mensaje subyacente era ecológico: los niños y bebés asistían al nacimiento de una planta. En ‘El patio de mi casa’, donde algunas de las palabras sueltas proferidas por el elenco son familia, hogar, nido o bebé, entre otras “el tema de fondo es el amor”, con escenas como una pareja de pájaros teniendo a sus pichones en el nido.
Las canciones suelen ser de cosecha de los propios miembros del grupo, pero uno de los temas de la obra responde al repertorio popular cubano, que refuerza la historia de dos de los muñecos, una gata negra y un gato blanco. ‘Ella es negra, él es blanco qué bonitos son los dos, son dos, dos gatitos que se aman. !Ay, qué bonito es el amor!’, dice parte de la letra de ‘Dos gatitos’. “En ese caso estamos hablando de la igualdad y de la confraternidad, de decir no al racismo”, sostiene Santiago.