En Cuenca existen dos Tambos de Lectura. En uno de ellos trabaja como mediadora la artista Alegría Mateljan. Foto: cortesía de Sebastián Concha
El viernes 25 de octubre fue un día atípico en el Hospital Psiquiátrico Julio Endara (Conocoto). A las 10:30, uno de sus salones se atiborró de pacientes, doctores, enfermeras y personal administrativo. Todos querían ser testigos de la presentación de ‘Abstracciones’, un libro de poemas, relatos y pensamientos escritos por los usuarios del Servicio 4.
En marzo del 2019, Nardel Vera fue contratado como mediador de uno de los 25 Tambos de Lectura que existen en el país. Este es un proyecto creado por el Plan Nacional del Libro y auspiciado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, cuyo objetivo es fomentar esta actividad en nuevos espacios.
El día que Vera empezó a trabajar en el hospital llovía de forma copiosa. Su primer grupo de pacientes fueron los del Servicio 10, donde estaban 39 personas, hombres y mujeres de edad adulta, sin autonomía propia. La primera actividad de mediación lectora que realizó con ellos fue una serie de juegos destinados a los niños.
Las actividades de mediación lectora, que incluyen diferentes ejercicios de escucha y lectura de cuentos, poemas y novelas y la escritura de todo tipo de textos, se desarrollan en este hospital de acuerdo con los problemas mentales y la capacidad intelectual de cada persona.
En el Servicio 4 hay pacientes con diagnósticos de todo tipo. El viernes lucían ternos impecables y zapatos lustrados. Estaban sentados a un costado del salón. A unos metros de ellos, en una mesa cubierta con un mantel blanco, estaba el libro con los textos que habían escrito. Uno de ellos lleva por nombre ‘El árbol y sus misterios’. El autor es Daniel P. Lo escribió el pasado martes 7 de mayo y cuenta la historia de un árbol en medio de un bosque cuya puerta está custodiada por un hada.
Ana Lucía Aulestia es la mediadora de otro Tambo de Lectura que funciona en un pequeño espacio ubicado en el segundo piso del Museo Nacional del Ecuador (MuNa). A unos pasos del área lúdica todos los miércoles y sábados, sobre todo, niños y jóvenes llegan para realizar actividades de lectura y escritura.
Para ella, uno de los objetivos de su trabajo como mediadora de lectura es que los niños tejan vínculos con sus padres o abuelos por medio de los libros. Por eso, uno de los textos que más utiliza lleva por título ‘Nuevos cuentos de juegos antiguos’, relatos que narran las distintas formas en las que, en el pasado, los niños ocupaban su tiempo de ocio.
En este tambo, el trabajo de fomento a la lectura tiene conexiones con el mundo del arte a través de caligramas o lecturas de las obras que son parte del museo. Una de las que más atrae a los niños es el ‘Club estrafalario’, un diorama inmersivo recreado por Wilson Orellana a partir de una obra decimonónica del artista José Agustín Guerrero.
Alegría Mateljan trabaja como mediadora en uno de los dos tambos que hay en Cuenca. Ella se dedica al fomento de la lectura en personas con discapacidad visual.
Para ella, al igual que Vera y Aulestia, el tambo de lectura es un espacio de encuentro y comunión. La particularidad de este lugar es la escasa oferta de libros en braille que hay en el país. Por eso, después de leer la serie publicada por el Plan pidió, a través de sus redes, donaciones de más libros.