En el 2021 se aplicarán dos proyectos en Chimborazo por la degradación de suelos. Foto: Archivo / El Comercio
La cuenca del río Jubones y el desierto de Palmira son algunas de las zonas que han pasado por procesos de degradación y desertificación de los suelos en el país. Los monocultivos, la deforestación, la ganadería intensiva y el cambio climático están entre los principales causantes de este fenómeno, el cual afecta al 47% de la superficie del Ecuador.
De acuerdo con el mapa de susceptibilidad a desertificación del Ecuador Continental, desarrollado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería, las provincias con mayor tendencia a desertificarse son Manabí, Santa Elena y Guayas. A estas les siguen las de riesgo medio como Cañar, Loja, Azuay y Chimborazo.
En esta última se encuentra el desierto de Palmira. Aunque su paisaje y sus dunas atraen a los turistas, el Ministerio del Ambiente y del Agua (MAAE)explica que su aspecto es producto de una alteración histórica por la creación de plantaciones forestales de pino y monocultivos de chocho.
El MAAE dice que los recorridos por las dunas del desierto de Palmira en vehículos 4×4 no son viables, ya que producen impactos al ecosistema de herbazal de páramo, como la afectación a la flora nativa y el desplazamiento de la fauna silvestre que habita en esta zona.
Debido a que el desierto de Palmira no se encuentra dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, Bosques Protectores del Patrimonio Forestal Nacional y ecosistemas de páramo no intervenido, la autoridad ambiental no tiene la competencia de realizar controles para evitar las actividades en el desierto.
El MAEE aplicará dos proyectos en Chimborazo con el apoyo de la FAO y con recursos del Global Environment Facility (GEF) y la Unión Europea. Con su implementación, prevista para el primer semestre del 2021, se busca conservar los servicios ecosistémicos de los suelos para el futuro.
Azuay y Loja son las otras provincias donde es visible esta problemática, especialmente en la cuenca media del río Jubones. Según el MAAE, esta zona se encuentra en un estado crítico, sobre todo en Santa Isabel, Yuluc, Uchucay. Todo el entorno del embalse de la Hidroeléctrica Minas San Francisco está desertificado y existe degradación bio-geofísica de la cuenca.
“Podríamos decir que es aleatorio poner un porcentaje, sin embargo, se podría considerar que un 30 % de la cuenca está degradada”, explica esta Cartera del Estado.
David Donoso, profesor de Ecología y Entomología en la Escuela Politécnica Nacional, dice que la degradación modifica los ciclos del carbono. Los suelos son los principales reservorios de carbono y este se libera en la atmósfera de una forma inusual cuando existen procesos de degradación.
Donoso es parte del Global Soil Biodiversity Initiative, un grupo de especialistas de suelo. En noviembre publicarán el primer reporte de la biodiversidad de estos ecosistemas, que se utilizará en la próxima Conferencia de las Partes.