La nave de la NASA y las agencias espaciales de Europa e
Italia traspasó los anillos del sexto planeta del Sistema Solar. Foto: Captura
Hace 20 años, tres agencias espaciales iniciaron un viaje de 1,5 billones de kilómetros para develar los misterios de Saturno y sus satélites naturales. La travesía que está punto de terminar en lo que la NASA ha denominado como ‘The Gran Finale’ o el choque de la sonda Cassini-Huygens contra la atmósfera del sexto planeta del Sistema Solar.
Pero ¿qué ha dejado esta misión para la humanidad? Una de las primeras lecciones está relacionada con la utilización de plutonio-238, el combustible espacial por excelencia y que ha demostrado su alta capacidad para generar energía por décadas (algo sustancial para los viajes interestelares que se plantean para estos años).
Más allá de la parte mecánica, la sonda Cassini-Huygens ha permitido una mejor comprensión de cómo han sido los procesos al interior del Sistema Solar. Por ejemplo, cuando el artefacto llegó hasta Titán, uno de los satélites de Saturno, se pudo observar una superficie cuyos patrones develaban cómo la Tierra fue en sus orígenes.
En su búsqueda por conocer las interacciones del planeta con sus 62 satélites, uno llamó la atención de los astrónomos: Encelado. Tras siete años de datos recopilados por Cassini, los científicos llegaron a la conclusión de que esta luna saturniana tiene un océano líquido debajo de su superficie de hielo. Con ello, aumentó la probabilidad de que albergue vida, aunque sea microscópica.
En los últimos meses, en cambio, la sonda dejó de explorar a las lunas para analizar detenidamente al planeta y sus anillos. Cassini se ha sumergido en los anillos de Saturno, develando que estos son efectivamente una combinación de polvo, rocas y piedras resultantes de la formación del planeta, hace 4 000 millones de años.