La región de Latinoamérica sobresale en el declive de la mortalidad materna, que se observa desde 1990, aunque con 77 muertes maternas por cada 100 000 nacidos vivos todavía está bastante lejos de los niveles de los países desarrollados, donde la tasa media es de 16 fallecimientos.
Estos nuevos datos fueron hechos públicos ayer, por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como parte de las estadísticas mundiales que dejan en claro que la mortalidad materna sigue siendo el reflejo de la gran brecha entre los ricos y los pobres.
En el conjunto de países de economías desarrolladas (independientemente de la crisis que puedan atravesar), el riesgo de mortalidad materna es de 1 entre 3 700, frente a 1 entre 160 en el mundo en desarrollo, de 1 entre 38 en África subsahariana o de 1 entre 570 en Latinoamérica.
En África subsahariana ocurre el 62 % de todas las muertes maternas del mundo.
Los datos anunciados ayer muestran también las dramáticas cifras que corresponden a dos países en especial: India (17 %) y Nigeria (14 %).
Según las estadísticas que se han divulgado y que pasan a ser los referentes mundiales en la materia, la mortalidad materna se ha reducido en un 45 % en el mundo desde 1990 y se mide por una tasa de 210 muertes de mujeres por cada 100 000 nacidos vivos.
En términos absolutos, las complicaciones en el embarazo, en el momento del parto o en las semanas posteriores causaron la muerte de 289 000 mujeres durante el año pasado, de las cuales 286 000 vivían en países que se encuentran en vías de desarrollo.
En Latinoamérica, varios países han dado pasos muy significativos e importantes para disminuir la mortalidad materna, como es el caso de Uruguay, que en el período 1990-2013 consiguió reducirla en un 67 %; Perú, en un 64 % y Ecuador en un 44%.