La Universidad de Harvard presentó a RoboWee X-Wing, casi del tamaño de un centavo. Foto: captura.
Los robot insecto dejaron de estar en la imaginación de los guionistas de las películas de Transformers. En los dos últimos años, varias empresas y laboratorios universitarios han impulsado el desarrollo de estos aparatos con la finalidad de resolver problemas como el acceso a zonas remotas o destruidas por catástrofes, o bien apoyar en las tareas de polinización en zonas de cultivos extensos y sensibles.
Uno de estos avances en ingeniería fue presentado recientemente por la Universidad de Harvard. Se trata del RoboBee, el cual posee cuatro alas que se mueven a 170 revoluciones por segundo. Este dispositivo, que ya ha volado en las pruebas de laboratorio, mide apenas 6,5 centímetros de altura y sus alas son de 3,5 centímetros.
Las alas del dispositivo están diseñadas para que reaccionen con la luz solar: estas absorben la energía y la transportan hasta los paneles de almacenamiento del robot. De esta manera, el aparato puede mantenerse en el aire con un flujo de corriente semiconstante.
Pero el desarrollo de este tipo de dispositivos no fue al azar. Ya en 1989, los científicos Rodney Brooks y Anita Flynn, investigadores de inteligencia artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), señalaron en una publicación que sería más sencillo “invadir el planeta con millones de pequeños robots”. Tres décadas más tarde, la multinacional de tiendas Walmart vio que esto hoy ya es una realidad.
Este robot de cuatro alas fue desarrollado por la Universidad de Washington. Puede volar sobre los 10 cm.
En marzo del año pasado, Walmart ingresó en Estados Unidos el registro de patentes de vehículos aéreos o drones de diminuto tamaño. Esta tecnología fue diseñada para el apoyo en materia agrícola, ya que los robots están programados para recolectar y transportar el polen de un lugar a otro. Otros, en cambio, se encargaban de verificar que el polen esté bien depositado en las plantas. Estos, en pocas palabras, son abejas robots pensados para apoyar en los cultivos.
Este tipo de dispositivos ya han sido probados en Japón, donde el Instituto Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada prueba, desde el 2017, el uso de minidrones para la polinización.
Para Hugo Armijos ingeniero en robótica y biodinámica, estos drones serían de gran eficacia en zonas que actualmente ya atraviesan problemas por la falta de polinizadores. “Si bien son opciones costosas al momento, en una década podría pasar el mismo efecto que ahora sucede con los drones de juguete, con mayor oferta y valores muy bajos”.
A su criterio, uno de los asuntos sin resolver es la capacidad de vuelo de los insectos robots. Por ejemplo, la serie RoboFly desarrollada recientemente por la Universidad de Washington ha resultado ser una de las más eficientes ya que el peso de sus dispositivos es menor al de un diente humano y un poco más grande que una abeja. Esto ha permitido que, por el momento, estos drones sin cables puedan mantenerse en el aire por unos segundos antes de que se agoten las baterías.