Entidades en Quito luchan diariamente por conseguir
recursos para cuidar a las mascotas en estado de indefensión. Foto: Armando Prado/ EL COMERCIO.
Las organizaciones de rescate animal calculan que hay unos
600 000 perros callejeros en Quito. La cifra que más impacta es que el 90% de estos animales de compañía alguna vez tuvo hogar y solo el 10% está perdido, según Maritza Rubianes, representante de Catman y Dogin.
Este grupo opera desde hace casi dos años, pero quienes lo forman ya velaban por el bienestar de los animales con anterioridad. En un escenario ideal, Rubianes, Christian Vásquez y tres personas más van cada mañana al refugio para alimentar a los canes y hacer la limpieza. En la tarde regresan para repetir estas labores, pero se dan más tiempo para jugar con los perros.
Esta cotidianidad se rompe cuando reciben llamadas para realizar rescates. El miércoles 21 de octubre de 2015, por ejemplo, Rubianes y Vásquez habían planeado hacer las tareas en el refugio desde las 10:00, pero no fue posible cumplir el horario.
Hace unos días recibieron una llamada de una persona muy preocupada por el bienestar de una perra salchicha que estaba en celo y que era amarrada durante las noches en un terreno sin cerramiento. Perros de hasta tres veces su tamaño se acercaban cada noche, causándole graves daños.
Catman y Dogin intervino para convencer a la dueña de que lo mejor es esterilizar a la mascota. A pesar de un rechazo inicial, la señora accedió. Por tratarse de un caso que atentaba contra el bienestar del animal, Catman y Dogin gestionó la financiación del procedimiento, sin embargo, ese no es realmente su trabajo.
Para Rubianes, este tipo de situaciones son las que más le impactan. “Hay realidades terribles, como el abandono de perros en casa, que viven como macetas en la terraza o que les abren la puerta en la mañana para que busquen qué comer y les dejan entrar en la noche para que regresen a dormir”, dice.
Este desinterés de la comunidad ha causado que los perros y gatos en el país se reproduzcan sin control. El resultado es una gran cantidad de animales callejeros, que incluso se han convertido en animales ferales, formando manadas que atentan contra la salud pública.
A esta realidad también contribuyen algunos criadores de perros, que utilizan a las hembras como máquinas para gestar mascotas que después serán vendidas.
“Los animales de criadero le quitan el lugar a un perro o gato que puede ser adoptado. Si es que no son vendidos mientras son cachorros, los botan a las calles, empeorando la situación actual”, dice Rubianes.
La Asociación Defensa de la Vida Animal (ADVA) y Carapungo en Acción son otras de las 27 organizaciones de rescate que operan activamente en Quito. A pesar de que cada grupo funciona de manera diferente, el punto final es cuidar el bienestar de las mascotas.
Sin embargo, estos grupos se ven en la tarea de decidir qué animales rescatar, pues los refugios están siempre llenos. Las mascotas en altos grados de indefensión, como las víctimas de maltrato o las perritas que están en estado de gestación, son prioritarias. También trabajan con hogares temporales, con el fin de que la comunidad se integre.
Los fundadores y voluntarios de estos grupos son arquitectos, actores o ingenieros que ajustan sus horarios para mejorar el estilo de vida de los animales domésticos.
Veterinarios, psicólogos de perros y otros profesionales expertos en mascotas también se han unido haciendo descuentos especiales para las organizaciones o lideran algunos de estos grupos.
No obstante, hacen falta manos para el rescate y cuidado, para la recolección de fondos y recursos y para las campañas de concienciación.