Un proyecto analiza los riesgos de mamíferos del país

Con cámaras trampas, se monitorea a los mamíferos. Foto: cortesía UTPL

Con cámaras trampas, se monitorea a los mamíferos. Foto: cortesía UTPL

Con cámaras trampas, se monitorea a los mamíferos. Foto: cortesía UTPL

De 630 000 hectáreas en las provincias de Loja y Zamora Chinchipe, 330 000 están cubiertas por vegetación natural y solo 113 000 cuentan con los recursos y las condiciones necesarias para que pueda vivir el oso andino.

Estas zonas no representan un área suficiente para soportar una población mínima viable de esta especie, pues un solo oso necesita entre 2 000 y 4 000 ha para vivir. Teóricamente, esto significa que máximo podrían encontrarse hasta 60 úrsidos. Estos datos, que fueron recopilados en un estudio del 2004 sobre la disponibilidad del hábitat del oso andino, llamaron la atención de Rodrigo Cisneros.

El biólogo de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y sus 11 colegas llevan siete años estudiando la situación actual del oso de anteojos, el tapir de montaña y el jaguar. Analizan tres factores que ponen en peligro a los mamíferos: la reducción de hábitat, la diversidad genética y la cacería.

Los científicos recogen muestras de heces y pelos de estas tres especies para estudiar la genética de las poblaciones y así saber si son perdurables en el tiempo.

Si el ADN es muy distinto entre los individuos de un mismo grupo de animales, entonces esa especie tiene mayor oportunidad de persistir. Cuando de repente una epidemia se propaga, la temperatura aumenta o un volcán erupciona, la población con más variabilidad genética tendrá más posibilidades de sobrevivir. Esto se debe a que existe mayor probabilidad de hallar una mutación que se adapte a una nueva situación. En ese sentido, la diversidad se reduce cuando los territorios se fragmentan y las poblaciones disminuyen.

Manuel Ruiz, doctor en genética de poblaciones, afirma que entre el jaguar, el tapir de montaña y el oso andino, esta última es la especie menos diversa. Sin embargo, los científicos de la UTPL han encontrado genes que solo se han descrito en los osos andinos del sur.

Según Santiago Molina, especialista en osos andinos, se calcula que hay aproximadamente 2000 individuos a escala nacional. Sin embargo, “estas son estimaciones muy vagas”, agrega el especialista. Asimismo, Cisneros asegura que han encontrado cuatro individuos en zonas donde apenas se esperaba hallar uno.

En el noroccidente del Distrito Metropolitano de Quito, Molina ha registrado 40 osos de anteojos. En un área de 60 mil hectáreas entre Carchi, Imbabura y Sucumbíos, Andres Laguna, investigador de Andean Bear Conservation, tiene identificados 60 ejemplares.

Por su lado, el jaguar es la especie más diversa, según Ruiz. La deforestación es su principal amenaza. En la Amazonía de Ecuador se estima que el rango de distribución del jaguar se ha reducido aproximadamente en un 30%, según un informe de Wildlife Conservation Society (2014).

La destrucción del hábitat incide en los conflictos entre el humano y la fauna. Durante su vida, el jaguar, el tapir de montaña o el oso andino se mueven miles de kilómetros para buscar alimentos y territorios. Por ejemplo, un jaguar puede recorrer hasta 400 km entre 8 y 10 semanas. Cuando se dispersan hacia las periferias de las reservas se encuentran con pastizales, ganado e incluso vacas muertas (después de haber caído en un barranco o haber padecido una enfermedad), cuenta Luis Arévalo, de la Agencia Alemana de Cooperación Técnica, que colabora con los estudios de la UTPL. El manjar se encuentra a la mano y es cuando se crea el conflicto.

Durante el 2014 y el 2015, Cisneros reportó 23 reses muertas por el oso andino, cuatro por el jaguar, otras cuatro por el puma y más de 300 aves de corral atacadas por carnívoros medianos en la cuenca del río Jambue, una zona de amortiguamiento junto al Parque Nacional Podocarpus. Los finqueros afectados incurren en la persecución y la cacería.

Basado en encuestas, Cisneros dice que en Zamora algunas comunidades matan a un animal más rápido de lo que se reproduce. “Los osos y los jaguares tienen densidades bajas y se reproducen poco”... Si la caza continúa, pueden extinguirse.

La conservación de estos animales es necesaria, pues “los mamíferos cumplen un rol fundamental en el ecosistema que nos beneficia: preservan fuentes de agua, siembran árboles frutales, podan las plantas para que el bosque se regenere”, dice Cisneros.

Arévalo afirma que están trabajando junto con autoridades (MAE o GAD locales) para buscar una solución a los conflictos. Por ejemplo, llevar un registro de los ataques de animales, capacitar a los finqueros para que manejen eficientemente su ganado y construir corredores biológicos, para que los animales puedan trasladarse de una reserva a otra sin cruzar poblados.

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