Manuel Macías Balda posa en la biblioteca de su domicilio, en Guayaquil. Foto: Cortesía MMB
El profesor e investigador guayaquileño Manuel Macías Balda analiza en tiempos de proselitismo las respuestas polarizadas a los temas políticos, y ahonda en las claves de una sociedad que tiende cada vez más a ubicarse en los polos ideológicos.
¿Qué entendemos por polarización ideológica?
Estamos hablando de un proceso de distanciamiento entre posiciones respecto de un sistema de creencias y actitudes y a una visión del mundo. Es un distanciamiento hacia los extremos de estas posiciones frente a temas políticos. Ambos extremos creen que su posición es la correcta, la verdadera, la única y que es la mejor para la sociedad. Es una forma de ver la política, donde se habla ya no tanto de adversarios sino de enemigos, con una connotación más de guerra ideológica. Este proceso debilita posturas intermedias.
¿Cómo se explica la escalada de estas polaridades?
Hay un tema transversal, que en gran parte de la población persiste y que son valores autoritarios, desde la familia hasta el gobierno y el Estado. Siempre se quiere imponer la voluntad propia, unas políticas, la forma de ver las cosas, sin entender que en muchos casos son temas debatibles, que tienen al menos dos posiciones (a favor y en contra) y que se pueden encontrar caminos intermedios.
¿La polarización empobrece el debate público?
Se cierra el debate porque terminas por creer que el otro no puede tener en ningún momento razón. Y eso lo hace peligroso. El problema es que a medida que el proceso de polarización avanza se comienzan a crear lo que se conoce en redes sociales y en comunicación como cámaras de eco.
¿El algoritmo de las redes agrava este fenómeno?
Así es. Cada quien se junta con las personas que piensan ideológicamente similar y eso lo que hace es reforzar las ideas preconcebidas; entonces, cada vez estamos más convencidos de que tenemos la razón y de que los otros están totalmente equivocados. En estas cámaras de eco solo se repiten y escuchan criterios y opiniones que son parecidos a los de uno. Se cierra el espacio a que te puedas convencer de otras ideas o a evidencias de que puedes estar equivocado, que la contraparte puede tener razón.
¿Las voces moderadas pierden poder e influencia en una sociedad polarizada?
Son las que más sufren porque ya el debate ni siquiera se plantea en un espectro de grises, sino solo entre blanco y negro. Estas voces moderadas terminan siendo llevadas hacia alguno de los extremos. Y ese es un proceso peligroso, porque los moderados son los que pueden ser los puentes para generar espacios de convivencia, espacios de discusión, de debate, de encuentro.
¿Qué peligros entraña la polarización para la democracia?
En parte, se alienta a la protesta como vía para buscar soluciones, se corre el riesgo de bloqueo de planes de gobierno por el tema de las mayorías o de parálisis de las políticas públicas. Los populismos se hacen más fuertes, aprovechando la polarización que surge de las desigualdades sociales imperantes. El problema es que se crean unos escenarios en los que es más difícil alcanzar consensos o acuerdos mínimos entre posturas distantes. Los proyectos políticos que llegan al poder gobiernan basados en esas ideas más extremas, sin mucha oportunidad para llegar a consensos sociales. Eso lleva a que nunca tengamos políticas de Estado, simplemente políticas de gobierno. Siempre se está refundando y recreando la institucionalidad.
Es como empezar de cero cada cuatro años.
¿Es posible salvar esa brecha entre dos polos en la sociedad actual?
Lo que habría que pensar en el caso ecuatoriano es cuáles son los polos. Uno puede pensar en la izquierda y la derecha, o los liberales y los conservadores, que son las formas ideológicas más tradicionales. En Ecuador, la gente está polarizada más que por estas tendencias clásicas, por lo que se ha llamado el correísmo y anticorreísmo, lo que se ha exacerbado y va a seguir vigente por cinco o 10 años más. Es una discusión negativa, porque pone a girar el debate en torno a una persona y no en torno a unas ideas o propuestas.
¿La polarización responde a unas posturas más viscerales?
La clave es abrirse y evaluar de forma racional todas las posibilidades, incluso a las tendencias o políticos que solemos rechazar de plano. La idea es no dejarse llevar por esas preconcepciones que uno trae respecto de quién es “bueno” y quién es “malo”. Es un proceso que llama a la sensatez, a propiciar espacios de debate para escuchar al otro, que ese otro tenga la apertura para escucharte, independientemente de si te convencen sus argumentos o no. Es un reto social, un esfuerzo de ciudadanía crítica, que va más allá de quiénes son los candidatos.
Ficha biográfica
Manuel Macías (Guayaquil 1989) es politólogo, licenciado en ciencias políticas y máster en políticas públicas por la Universidad de Edimburgo (Escocia). Desde el 2018 dirige el Observatorio de Políticas Públicas de Guayaquil y es profesor e investigador de la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad de Guayaquil.