Pilar Aranda, directora Actoral de Muégano Teatro. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Entrevista con Pilar Aranda que es directora Actoral de Muégano Teatro, espacio cultural de Guayaquil.
¿Cuál es su lectura de lo que está pasando con el teatro en el país, uno de los sectores culturales más golpeados desde que se inició la pandemia?
Lo que está pasando con el teatro es una especie de catástrofe. Siento que no a todo el mundo le ha golpeado de la misma manera, porque eso depende de en qué tipo de teatralidad te inscribas. Para las salas más pequeñas ha sido durísimo. Muchos espacios no han tenido otra opción que cerrar porque solo se mantenían en función del público que asistía.
Se habla de que esta crisis es una posibilidad para la reinvención, ¿esto también se puede aplicar para el teatro?
Creo que la reinvención es una de las posibilidades que tiene no solo el teatro sino el arte en general. Nosotros trabajamos reinventando y releyendo el mundo, mostrando perspectivas diferentes de lo que está pasando en la sociedad. En ese sentido, para las personas que nos dedicamos al trabajo artístico, desde la investigación, las crisis son importantes, porque nos permiten repensar cómo estamos produciendo.
Muchos artistas han apostado por llevar sus obras a las plataformas digitales, ¿lo ve como una forma de reinvención?
A mí me ha sorprendido la facilidad y la naturalidad con la que se ha impuesto la idea de hacer teatro en estas plataformas. Hasta ahora soy escéptica porque las plataformas visuales son una herramienta que no se ha investigado a profundidad. He asistido a varias experiencias de este tipo y ninguna de ellas me ha generado nada más interesante que lo que me puede producir ver una serie de Netflix o una buena película. No es fácil pensar cómo el cuerpo o la voz de un artista va a ser recibido por una persona que en apariencia está cerca pero en la realidad no.
En ese contexto ustedes apostaron por el radioteatro, ¿por qué?
Nosotras nos abocamos al radioteatro, con la producción de ‘Limbo’, porque es un medio con el que ya habíamos tenido algunas aproximaciones en años anteriores. El radioteatro permite entrarle a la gente por el oído, que es casi tan potente como entrarle por los ojos. Siento que, a través de esta herramienta, todo el cuerpo se pone en acción y hay una afectación en la persona que está escuchando. No te digo que en el futuro no vayamos a trabajar con plataformas visuales, pero, como lo he señalado, eso toma tiempo.
La novedad es que producciones como ‘Limbo’ se escuchan en el mundo del podcast, ¿el teatro tiene futuro ahí?
Me encantó articular un proyecto como ‘Limbo’ y echarlo adelante al inicio de la pandemia, con mucha convicción. Estamos haciendo obras de nuestro repertorio, pero no son las mismas porque el medio es otro. No sé qué vaya a pasar más adelante, pero en el presente el podcast está bien posicionado a escala mundial. Es un espacio que mucha gente ha encontrado para hacerse presente de otra forma.
Desde que se autorizó el funcionamiento de los teatros, mucha gente del sector habla de las funciones mixtas, ¿es posible eso para salas independientes?
Lo que sé, de acuerdo con mi experiencia como actriz, profesora y gestora de un espacio teatral, es que hacen falta recursos para hacer una adaptación a este tipo de formato y darle a la gente una experiencia verdaderamente diferente y no una experiencia que se parezca al cine o la televisión. En Muégano estamos tratando de reformular nuestra forma de producción, a través de alianzas con otros proyectos para sostenernos y seguir produciendo para poder, como digo, seguir preguntándonos y transformando nuestras pequeñas sociedades imposibles.
Usted también es docente, ¿cómo ha sido la experiencia de dar clases de teatro durante esta pandemia?
He estado en clases virtuales de actuación a través de las plataformas y ha sido difícil porque he tenido que transformar mi perspectiva, para estar tranquila y transitar este proceso de la mejor manera. El reto ha sido pensar cómo la pantalla que media entre nosotras nos puede servir para construir un canal de afecto. Es lo mismo que siento que pasa con el teatro, porque hay que pensar cómo la presencia del cuerpo se transforma para ser recibida por alguien que está, en apariencia, cerca, pero que finalmente se ubica en un espacio remoto