Pau Donés, compositor, vocalista y guitarrista de la banda Jarabe de palo, habla sobre ‘Somos’ la más reciente producción discográfica de la agrupación. Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO.
El compositor y líder de Jarabe de Palo, Pau Donés, tuvo un encuentro cara a cara con EL COMERCIO en uno de los salones del hotel en que se hospeda desde la madrugada del 11 de febrero.
En esta ocasión, la charla se centró en su reciente disco ‘Somos’ y en aquellas inquietudes artísticas y creativas que han caracterizado a la carrera de la banda que lidera y que se estará presentando este jueves 12 de febrero en el Coliseo General Rumiñahui junto a su compatriota Melendi.
¿De dónde viene esa vena roquera de ‘Somos’?
Empezamos con ella, la contaminamos gracias a los viajes por Latinoamérica. Mira La flaca. Es un rock de medio tiempo con adornos latinos. El arreglo de la base con la guitarra es bluesera a tope. Cuando empezamos así salió.
Uno escribe así las canciones. Batería, guitarra, bajo y voz y la adornaba con lo latino. Siempre hemos tenido integrantes muy roqueros. Desde hace cinco años nos dio por recuperar esa faceta roquera. Es un disco funk roquero y se sigue notando a nivel melódico esa influencia latina.
El rapeo ibérico ha sido una inquietud de siempre…
(Risas) Sí. Fíjate ‘La Flaca’ tiene 19 años. En ese disco hay una canción que se llama No suelo compararme. Una parte de la canción es (empieza a rapear). También están las influencias del rap negro norteamericano. Me motivó.
En este disco participa Gabylonia que es una rapera venezolana de altísimo nivel. Es un estilo que me interesa cada día más. Soy muy fan de Lauren Hill y de los Fugees.
Es rap, música de gente de la calle, de los barrios que empezaron a rapear. Sabían mucho de ritmo y poco de música. Es decir, les interesaba más que la música soltar toda la mierda que llevaban dentro.
El poder del texto…
El texto es lo que acaba enganchando a la gente. Estamos viviendo un momento muy mediocre. Estamos en un momento popero. El texto no se escucha, la música seguramente tampoco porque siempre es lo mismo. Lo que importa es la imagen. En los Grammy, Beyoncé ganó tres Grammy. Creo que eso lo dice todo.
Pero los raperos siempre están ahí. En los Latin Grammy, hay artistas poperos que cantan sus baladas y todo eso pero la música grupera, norteña siempre está ahí, con su texto potente. Los grandes estándares de la músca, los ‘hitazos’ son las las de textos y música importante.
¿Cómo surge la inclusión de artistas invitados como la de Ximena Sariñana o Gabylonia en ‘Somos’?
Depende de la canción. Ya se la tiene maquetada la canción y al año uno piensa ‘esto mejoraría mucho si estuviese este o el otro’. No puedes poner a Sabina a cantar el Corazón Partido de Alejandro Sanz.
El tema de Ximena es un tema roquero r&b. Es como el cocinero que haciendo un pastel no pone pimienta y sal. A ella la adoro. Tiene un disco con el cual la conocí, ‘Mediocre’, un discazo con textos tremendos.
¿Y lo engorroso de los permisos?
Eso se ha cargado muchas buenas colaboraciones pero mas o menos me han salido.
¿Quiénes son las personas en las que confías para que critiquen tu obra, más allá del público o tú mismo?
Con respeto y conocimiento, cualquiera. La mayoría no sabe. He encontrado periodistas musicales que no saben de música. He trabajado en discográficas con gente que no sabe de discos. Los artistas lo tenemos que tragar eso. Si hay una buena actitud ayudas, si no no.
Cualquiera con criterio puede hacerlo y decirme lo que quiera. Tengo claro porque estoy aquí. Soy muy anárquico; soy músico. Somos independientes con Tronco Records (su disquera). No escuchamos mucho a los demás. Nos escuchamos a nosostros.
¿Cómo es la comunicación y la química dentro de la banda?
Es muy buena, ellos están durmiendo y yo acá en entrevistas (risas). Hago el arreglo, la estructura de la canción, al tema lo dejo a nivel de maqueta bastante acabado. Luego hacemos algo bastante consensuado.
Nos encerramos destruimos removemos todo y luego vamos al estudio y en tres días grabamos el disco en directo. De diez a doce canciones. Diez días más, somos seis músicos y hacemos arreglos.
El disco va asado en tres días. Nos gusta tocar. Nos vemos desde diferentes cubículos. Eso lo hace más potente. Ahora estoy aquí solo pero es por una cuestión de organización. En el escenario somos seis protagonistas, cada uno en su instrumento.
¿Puedes contar de dónde viene la historia del tema A mi novia le gustan las chicas?
Escribo lo que me pasa a mí. ‘Somos’ es un disco comprometido y algo transgresor. Se queja de los políticos, de lo mal que nos organizamos los humanos, la confusión en la que vivimos. Y también de la homosexualidad que en el siglo 21 sigue siendo un tema polémico.
Me quería quejar sobre este asunto. O lanzar una lanza. Nos fijamos en el sexo, pero no sabemos querernos. Los heterosexuales nos casamos y nos divorciamos al medio año. No nos preocupemos de la preferencia sexual, se trata de querernos independientemente de ser homos o hetero.
Yo tenía una novia bisexual que tenía una novia y me tenía a mí. La verdad es que viví unos momentos y una historia muy chula, muy bella, intensa porque me querían tanto a mí como a la otra persona.
¿Cómo enfrentaste artísticamente el cambio de la precariedad inicial al aburguesamiento?
El tema de la composición y mi vida de escenario y personal van por separado. Siempre es una cuestión muy curiosa. El aburguesamiento lo hemos pasado todos.
Antes vivía en un piso de 30m2 con mi hermano y ahora tengo una casa de 200 m2. Yo no viajo en business, viajo en turista. Es un símil. No me he ido de este mundo a mi burbuja.
Vivo en el mundo con el que me siento comprometido. Vivo otras cosas que antes no me pasaban. Como persona del mundo tengo anhelos, tristezas, nos enamoramos. Sentimos la vida como cualquier otra persona.