Salasaka Manda evolucionó con música antigua

Esta agrupación tiene grabados dos discos y con los nuevos integrantes sacará otro CD. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO

Esta agrupación tiene grabados dos discos y con los nuevos integrantes sacará otro CD. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO

Esta agrupación tiene grabados dos discos y con los nuevos integrantes sacará otro CD. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO

La flauta, el pingullo, el bombo, el redoblante, la bocina y el churo ahora se fusionaron con la guitarra, la batería, el violín y otros instrumentos musicales para estilizar los ritmos autóctonos como sanjuanito, albazo y fandango.

En eso trabaja la nueva generación del grupo folclórico Salasaka Manda (Desde Salasaka, en español).

Esta agrupación, con más de 30 años de trayectoria musical en esta comunidad indígena de Tungurahua, tiene grabados dos discos con una recopilación de la música autóctona salasaka, que es interpretada por músicos en las fiestas de los Capitanes, Caporales, Los Pindoneros, Inti Raymi, Pawkar Raymi, matrimonios y otras celebraciones andinas.

José Lorenzo Masaquiza es el fundador del grupo. Cuenta que a través de investigaciones con los taitas y mamas de la comuna recopilaron las canciones que con arreglos buscan atraer a los niños y jóvenes. “Estamos revitalizando los ritmos de nuestra comunidad, porque cantamos en kichwa y vestimos con el traje original de la parroquia”.

Explica que el mundo de la música está enfocado en la filosofía andina. Por eso trabajan en rescatar los saberes ancestrales.

Cuenta que los instrumentos autóctonos en Salasaka son el redoblante, la flauta, el pingulllo, el bombo, la bocina, el churo y que poco a poco adaptaron instrumentos como el rondador, la zampoña y la quena. Además de sintetizadores, guitarra eléctrica, sintetizadores, batería…

La idea es mantener viva la música del pueblo. Y por eso hace dos años que Salasaka Manda se renovó. Sus nuevos integrantes son jóvenes hijos de los antiguos músicos.

También realizan composiciones en su legua ancestral, en las que cuentan la historia del pueblo salasaka. Lograron recuperar varios de esos ritmos ancestrales que están grabados en discos de acetato.

En esta parroquia, habitada por 12 000 personas, es el único grupo musical dedicado a la investigación. Según Masaquiza,
la auténtica melodía indígena es al ritmo de changa marcana, que ahora es conocido como capishca, y que bailan especialmente los padrinos de los recién casados.

La integrante más joven es Maribel Masaquiza, de 25 años. Es la vocalista del grupo Salasaka Manta. Explica que es parte de su cultura conocer la música, las tradiciones, la danza y mantener la vestimenta. “Esa es una de las mayores riquezas que debemos conservarlas aunque la hemos estilizado y transformado mantiene la esencia de nuestra cultura”.

Armando Masaquiza, hijo de José, es el director del grupo. Cuenta que decidió retomar con la nueva generación de músicos. La idea es que los ritmos antiguos se mantengan vigentes, pero con los cambios musicales efectuados.

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