Gal Gadot retoma su papel como Diana Prince, alter ego de la Mujer Maravilla. Foto: imdb.com
En ‘Mujer Maravilla’ de 2017, Patty Jenkins mostró a una valiente, pero ingenua princesa amazona que salió de una recóndita isla para enfrentar al fantasma de la “guerra eterna”, en un mundo completamente nuevo para ella. Fue un viaje de iniciación y madurez que la convirtió en la emblemática heroína de DC Comics.
En ‘Mujer Maravilla 1984’, que se estrena hoy, la directora deja atrás a la súperheroína para explorar la faceta más humana del personaje, en un tiempo y escenario distintos.
La secuela empieza con una espectacular escena en la que una preadolescente Diana de Themyscira prueba su valor y habilidades ante su madre y su tía en una competencia.
El carácter épico y exultante de la banda sonora de Hans Zimmer, que ha roto su promesa de no volver a hacer música para una cinta de superhéroes, se sentirá a partir de ese momento y durante toda la película.
Después de ese aperitivo, el filme se traslada hasta Washington DC, en los Estados Unidos de 1984, época dominada por una cultura de consumo, la fiebre del petróleo, la sombra de la Guerra Fría y el fresco recuerdo de la Mujer Maravilla de Lynda Carter.
En ese contexto, la nueva princesa amazona lleva un buen tiempo conviviendo entre humanos como Diana Prince, antropóloga y arqueóloga en el Museo Smithsoniano.
La Mujer Maravilla solo aparece de vez en cuando para socorrer a algún mortal en apuros, procurando el anonimato.
Lo que no pasa desapercibido es el prolijo detalle de las locaciones y el vestuario que, vistos a través del formato IMAX, recrean la cotidianidad de los años 80 y, además, transmite la sensación de ver una cinta de aquella década.
El robo de una joyería en un centro comercial será la escena diseñada para que Gal Gadot haga una entrada espectacular retomando su personaje.
Ese acontecimiento llevará al descubrimiento de un artefacto mágico que puede hacer realidad cualquier deseo, haciendo aflorar lo mejor y lo peor de cada individuo. Ni siquiera Diana Prince está exenta de esta consecuencia y tendrá que lidiar entre su deseo de afecto más profundo o su vocación de servicio.
El efecto más corrosivo del talismán se verá en Maxwell Lord, un empresario fracasado; y Bárbara Minerva, una científica solitaria que se siente subestimada. Pedro Pascal y Kristen Wiig le dan vida a estos personajes que transmutan en dos grandes y complejos antagonistas, con defectos y virtudes humanos y por ende más reales y cercanos.
Eso no quiere decir que el filme sea capaz de sorprender a los fans del comic, revelando nuevos atributos y apariencia de los clásicos personajes.
El choque entre dos fuerzas opuestas será inevitable y el tercer acto se repliega sobre un espectáculo de acción pura que devuelve el filme al canon del cine de superhéroes.
Jenkins hace de la clásica lucha del bien contra el mal una cinta entretenida con menos sobrecarga de efectos visuales y una trama bien desarrollada.