Montecristi, la comunidad que cuida un cerro

Lizardo Reyes ha escalado más de 50 veces el cerro de Montecristi. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Lizardo Reyes ha escalado más de 50 veces el cerro de Montecristi. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Lizardo Reyes ha escalado más de 50 veces el cerro de Montecristi. Fotos: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Un proceso de concienciación y recuperación del cerro Montecristi se realiza en ese cantón manabita.

Esa montaña, de 630 metros de altura sobre el nivel del mar, es uno de los recursos naturales más importantes de ese sector porque en el interior del bosque seco habitan especies endémicas de flora y de fauna y fuentes hídricas.

Sin embargo, en los últimos 25 años los montuvios y moradores de esas zonas descuidaron el bosque y lo contaminaron con basura cada vez que lo escalaban. Por eso la Fundación Nueva Vida se hizo cargo del cuidado, reforestación y control del cerro.

Junto a estudiantes universitarios, montuvios y  del sector se han realizado mingas desde el 2005 para descontaminar el bosque seco, que es la casa de 23 especies de árboles endémicos como el espino blanco, vainilla, zarzafrán, guarango, jaboncillo...pobladores

En la primera minga que se hizo en el 2015, se llenaron 80 costales de basura. Una de las más comunes eran las latas de atún y los plásticos.

Entre el 2005 y el 2018 se han recopilado más de 5 000 latas de atún del cerro.

En el bosque seco se pueden encontrar insectos voladores, rastreros, aves y mamíferos.

Daniel López, dirigente de la Fundación Nueva Vida, señala que las mingas han dado resultado y que se ha logrado descontaminar al 80% del cerro.

Pero uno de los problemas con los que aún deben batallar es que hay seis accesos para escalar el cerro y la fundación solo puede controlar uno, que está ubicado en Ciudad Alfaro.

Por los otros cinco senderos aún suben personas durante la semana. Ellos dañan las flora, hacen daño a los insectos y dejan basura.

Por eso, mensualmente los miembros de Nueva Vida deben hacer una minga en la que recolectan hasta un costal lleno de desechos.

Esas escaladas no controladas también traen otros problemas como personas extraviadas. Por eso, únicamente se pude acceder con el aval de la Fundación y un guía.

Aunque los montuvios de la zona cuentan la leyenda de que los excursionistas solo se pierden en el cerro si le hacen daño a la naturaleza. “Si talan o arrancan flores o frutas no podrán salir jamás”, señaló Preciado Zambrano, montuvio de la zona rural de Montecristi.

Los primeros 200 metros sobre el nivel del mar, el bosque es seco. Luego hay una transición a húmedo tropical, que se caracteriza por árboles y neblina.

López aseguró que esas leyendas y mitos manabitas forman parte de la esencia del cerro y por eso fueron publicadas en un libro infantil.

Por eso, la fundación y la dirección de Turismo del Municipio han iniciado un programa sobre educación ambiental.

También diseñaron un camino ecológico que se inicia en la entrada llamada la Papayita, en Ciudad Alfaro. Se trata del Sendero Ecológico Ébano y Sebastián, nombre que alude a dos de las especies arbóreas nativas más antiguas del cerro.

El objetivo es que a través de ese sendero se conozcan todas las especies endémicas del bosque seco y de esa forma saciar la curiosidad del turista, de recorrer otros lugares.

Además, las excursiones solo se podrán realizar los fines de semana, durante una hora aproximadamente.

Durante el ascenso, los excursionistas podrán encontrarse con diferentes tipos de temperatura y de vegetación.

A los 200 metros de altura se encuentra la etapa de transición del estado semiseco a húmedo. Mientras a los 300 metros, el clima varía de 14 a 6 °C.

En el cerro se pueden encontrar guacharacas, una de las especies que aún se conserva y de la que se han contabilizado a unas 40 en la parte baja.

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