Michael Berkowitz, preside el proyecto 100 ciudades resilientes de la Fundación Rockefeller, que trata una de las temáticas claves de la conferencia Hábitat III, la resiliencia en los pueblos.
100 ciudades resilientes busca inspirar a los pueblos alrededor del mundo para que cambien la forma cómo se desarrollan y planifican. Se eligieron estas ciudades para que inspiren a otras.
¿Qué necesita una ciudad para ser resiliente?
Hay tres cualidades reales sobre una ciudad resiliente. Primero, deben ser integradas. Los pueblos deben mezclar el desarrollo económico, la movilidad, el cambio climático, que todo esté relacionado al generar un proyecto. La segunda es que sean más estratégicas. Sabemos que lo que ocurre hoy necesariamente no va a suceder mañana a causa del cambio climático, de la urbanización, del crecimiento, del desarrollo tecnológico y la economía. Por último, deben ser inclusivas. Comúnmente un pequeño grupo decide sobre la vida de las demás personas. Los proyectos hacen que los sujetos se sientan excluidos, y cuando las crisis y los desastres suceden la gente no se sienten parte del proceso del pueblo. Las ciudades más resilientes ven a la inclusión como un elemento clave de la planificación resiliente.
¿En base a qué se eligieron las 100 ciudades?
Elegimos estás 100 ciudades para trabajar cómo se acercan a la resiliencia y qué elementos las hacen resilientes. Ninguna de las ciudades con las que estamos trabajando ya es declarada resiliente. Quizas en estos pueblos se pueden encontrar elementos que las hacen más resilientes, y por lo tanto una ciudad puede aprender de la otra.
¿Qué ciudad es resiliente?
No se puede decir que una ciudad es resiliente o no. De lo que sí se puede hablar es que existen ciudades más resilientes que otras. Por ejemplo, Medellín actualmente es mucho más resiliente de lo que era hace 15 años. En este tiempo allí se han conectado los barrios periféricos con el centro de la ciudad a través de los metrocables en una forma muy inteligente e innovadora. Eso ha permitido mejorar la seguridad, salud pública, economía y movilidad. La ciudad también cuenta con UVAs (tanques de agua) que se han convertido en lugares públicos preciosos para encontrarse. Son áreas que han unido a la comunidad. La ciudad finalmente tiene su propia compañía que genera energía hidráulica. Esta iniciativa permite abastecer a la ciudad de energía, pero también distribuirla a otras ciudades aledañas. Todas estas cosas han hecho que Medellín sea más fuerte, de tal manera que es capaz de sobrellevar cualquier problema futuro, ya sea un terremoto o una guerra. Esta ciudad ahora es capaz de superar esos desastres de mejor manera.
Michael Berkowitz, preside el proyecto 100 ciudades resilientes de la Fundación Rockefeller. Foto: Tomada de 100 Resilients Cities
¿Por qué Quito es considerada una de las 100 ciudades que son parte del proyecto?
Elegimos 100 ciudades para trabajar en ellas, pensar en sus problemas de resiliencia. Quito es parte de la lista porque buscábamos variedad en las ciudades, pueblos que estén trabajando en sus problemas y soluciones.
Existen ciudades que parecería que no cuentan con planes de resiliencia o que no fueron planificadas de una forma resiliente, y que sufren alguna catástrofe natural o crisis económica, como es el caso de los pueblos de Haití. ¿Es posible en estos casos aplicar planes de resiliencia?
Una cosa sobre la catástrofe es que se presenta la oportunidad. Eso vimos en el caso de New Orleans, después de ser afectada por el huracán Katrina, hace 11 años. (El huracán) Hizo que la transformación sea posible. Todos entendieron que la forma antigua de hacer las cosas no servía. Comprendieron que la ciudad debía cambiar cómo afrontaba los riesgos y las oportunidades. La oportunidad que existe en una crisis es que las personas entiendan que la ciudad debe cambiar y se deben tomar acciones innovadoras.
En Ecuador, el 16 de abril un terremoto afectó la Costa. ¿Cómo las ciudades de esta zona pueden ser resilientes?
Las ciudades, los pueblos, la gente tienen una resiliencia natural que les permite seguir adelante. Ecuador tiene unos buenos planes de respuesta a emergencias. Lo que nosotros queremos es que la gente piense de manera más estratégica en cómo alcanzar los riesgos y oportunidades. No solo pensar en un plan de respuesta después de un terremoto, erupción volcánica o inundación, sino que piensen en un plan a largo plazo. Planear una ciudad más fuerte, no solo para la emergencia, sino para el día a día. Ese es el cambio que queremos que logren las ciudades.