El cantautor español Melendi habló con EL COMERCIO antes de la prueba de sonido para el concierto organizado en Quito junto a Jarabe de Palo. Foto: EL COMERCIO
El cantautor español tuvo una corta pero entretenida charla con EL COMERCIO este 12 de febrero en uno de los salones del hotel en que se hospeda. Lo hizo minutos antes de la prueba de sonido para su concierto en Quito en el Coliseo General Rumiñahui.
Su show en vivo, su relación con sus colaboradores y las lecciones que le deja América fueron los temas que se abordaron en cinco minutos de agradable conversación.
Melendi, yu show de esta noche será largo. Son dos horas y veinte con un repertorio de 30 temas. ¿Estás preparado para el trajín de esta fecha?
La verdad que le hemos dedicado mucho tiempo y pues, tú sabes, como no estamos acostumbrados a la altitud. Para nosotros los 2800 m. es como para los futbolistas, nos pega duro. Hoy llené mi botellita de oxígeno por si acaso (risas). De ahí, hombre, es un repertorio que aunque es extenso está bien compensado. Se ha trabajado mucho en canciones de toda la vida que la gente espera.
¿Cómo seleccionas un repertorio?
Es difícil, es como una especie de ‘puzzle’ cuando haces una gira porque no quieres coger canciones seguidas que empiecen en el mismo acorde o que sigan la misma armonía. Tienes que generar tensiones, momentos y no es fácil. No hay cómo colocar canciones que se te vengan (en gana). Todas tienen su por qué. Es difícil.
Tú y muchos artistas repiten usualmente los cierres…
(Risas) Sí. Creo que todos los artistas tenemos dos o tres canciones que son muy oportunas para cerrar. Las vamos cambiando dependiendo de la gira y casi siempre cerramos con las mismas porque tenemos ya hecho como un final y sabemos que funciona.
¿Aún tienes contacto con tus compañeros de banda de hace 22 años?
(Risas) Tengo relación con uno que sigue tocando la guitarra y canta y tal pero el batería y el bajo creo que hace 20 años que no los veo.
¿Cómo se llamaban?
El bosque de Sherwood (risas). ¡Mítica banda!
¿Nunca grabaron nada?
Grabamos nuestras maquetitas
Eso debe estar valoradísimo ahora...
Él tiene una (su mánager). Yo personalmente no tengo nada.
Imagínate una reunión de El bosque de Sherwood…
(Risas) Tendría que estar buena. Ojo que no acabamos muy bien entre todos. No sé si estaría buena. Con una persona sí, con los otros dos no lo sé.
Preguntaba eso porque pese a ser un solista tienes una banda de larga data atrás tuyo. ¿Qué papel juegan en tus shows en vivo?
Un papel fundamental y prioritario. Ellos son con los que trabajo día a día, con los que trabajo las canciones y los que las llevan al directo en realidad. Un artista no es solo el artista, es su grupo. Además, un grupo muy hecho, ya llevamos quince años trabajando juntos.
¿Qué tipo de jefe te consideras?
(Pausa) No me considero jefe. Para ser jefe hay que saber más, si quieres ser uno bueno y quieres mandar. Y yo no sé más que mis empleados, ellos saben más que yo. Soy muy prudente en ese aspecto.
Pasa lo mismo en la producción de un disco, hay muchos aportes que van más allá de ti…
Por su puesto. Es un error negarse a que eso fluya por el ego de cada uno. Creo que es razonable; uno es bueno haciendo canciones pero no tiene por qué ser bueno arreglándolas. Para eso está la gente profesional que sabe y que se dedica a eso.
En ‘Un alumno más’ vuelves al romanticismo. ¿Esto descarta que retomes otros ritmos e inquietudes?
No descarto nada porque todo va a depender de lo que vaya sintiendo, de las cosas que me vayan pasando, de la gente que vaya conociendo. Puedo conocer una persona que me aporte otros géneros musicales y me influya. No estoy cerrado a nada.
Como ‘Un alumno más’ supongo que tienes maestros…
Tengo maestros en la vida como mi abuelo. Tengo maestros en la música como José de Castro mi director artístico. Tengo muchos maestros que son todas las personas que me rodean. Me enseñan algo todos los días. Espero que yo también algo a ellos.
¿Qué se ha aprendido de los viajes que cruzan el Atlántico que has hecho en el último lustro?
Aprendes muchas cosas. Creo que viajar es de lo más enriquecedor que te da la vida. Conoces otras culturas, haces relaciones y eso te va influyendo y marcando. No hay que relacionarse sexualmente para tener mestizaje.