Daniela Torres y Dayana Bodero realizan la fisioterapia a Niño, quien tiene lesiones en su columna y en una pata trasera. Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO
La eutanasia no fue una opción para Niño, como lo llama su dueña. Cuando Luz Marina Caicedo lo encontró frente a su casa, parecía ser la única alternativa, ya que tenía afectadas su columna y una pata trasera, por un atropellamiento.
Los veterinarios chequearon al cachorro de apenas cuatro meses de nacido. Algunos recomendaban que lo mejor para Niño era “descansar por siempre”, pero su propietaria se negó.
La mascota, que es muy activa y le gusta caminar, fue recobrando la movilidad en un proceso largo y con recaídas. Caicedo incluso colocó un colchón bajo su cama para que Niño bajara más fácilmente.
Cuatro años después, el perro continúa con fisioterapia y rehabilitación. Una vez por semana, Dayana Bodero, veterinaria especializada en fisiatría, lo visita. A través de compresas, masajes y electroestimulación en la columna, le alivia los malestares en las articulaciones, la tensión muscular y trata su hernia en la zona lumbar.
“Son tratamientos que las personas no saben que están disponibles para las mascotas”, cuenta Bodero. Sirven antes, durante o después de una cirugía.
Hay opciones como ultrasonido, acupuntura, estimulación nerviosa e hidroterapia. Esta última se aplica cuando el paciente ya puede pararse sin ayuda y luego logra nadar solo.
Ahora hay varias opciones para dar a las mascotas una calidad de vida casi normal, con cuidados e higiene, explica Carlos Martínez, de la clínica Veterpet. El veterinario relata que hace poco nació la idea de dar una opción a los seres antes “condenados a ser sacrificados”.
Desde hace cuatro años, el veterinario arma sillas de ruedas para perros y gatos con paraplejia o parálisis del tren superior. Empezó cuando recibió a una persona que “se negaba rotundamente a dormir a su perrito”. Así, el doctor improvisó una silla de ruedas, que ha perfeccionado poco a poco.
Ahora son de estructura metálica, lavables, semiajustables y no causan irritación, explica el veterinario. Solo reciben un mantenimiento general, pero no es necesario cambiarlas.
Después de tomar las medidas de la mascota, la construcción toma de ocho a 15 días. Los precios van de USD 150 a 220, dependiendo de la estructura del animal, su peso y la afección que presenta, dice Martínez.
La adaptación de los animales depende de su personalidad y de su tamaño. Algunos se tardan pero otros, como Lucho, corren desde el inicio. Gustavo Heymann, su dueño, cuenta que “a los dos minutos” su pequeño compañero ya pudo caminar con el aparato y ahora lo usa para pasear o ir a la playa.
La cadera de Lucho estaba rota, por el maltrato de sus anteriores dueños. Heymann lo adoptó y fabricó una silla de ruedas para que pudiera moverse. Pero debe darle cuidados especiales. Cada dos o tres horas, le presiona la vejiga para que pueda orinar, además, balancea su alimentación para evitar cálculos, le da fármacos para sus articulaciones y enzimas digestivas para su salud.
Mucha gente piensa que la silla de ruedas es suficiente, afirma Bodero, pero se debe hacer seguimiento. Los propietarios deben bajar a los animales por cierto tiempo, para estimular sus patitas y cuidar su postura.
Heymann cuenta que Lucho ha vivido así hace tres años. Motivado por la experiencia, distribuyó seis sillas en Ecuador y
tres en Panamá. Martínez ha entregado hasta seis sillas al mes, y en el último año ha recibido solicitudes de Colombia y Perú.
Los animales con parálisis de las cuatro extremidades pueden usar una especie de camilla para moverse, pero necesitan supervisión permanente de sus propietarios. En estos casos es importante tomar en cuenta si la mascota come y evacúa con facilidad, ya que se debe valorar, sobre todo, su calidad de vida, según Martínez.