Manuela Ribadeneira, el arte como duda y certeza

‘Acta de canje es una obra que presentó en el 2008’.  ‘El mundo está patas arriba’.  ‘Volcanes’ (2008). ‘Me la llevo puesta (títulos variables)’ (2000). Foto: Julio Estrella / ELCOMERCIO

‘Acta de canje es una obra que presentó en el 2008’. ‘El mundo está patas arriba’. ‘Volcanes’ (2008). ‘Me la llevo puesta (títulos variables)’ (2000). Foto: Julio Estrella / ELCOMERCIO

‘Acta de canje es una obra que presentó en el 2008’. ‘El mundo está patas arriba’. ‘Volcanes’ (2008). ‘Me la llevo puesta (títulos variables)’ (2000). Foto: Julio Estrella / ELCOMERCIO

La artista revisa sus últimos 20 años de trabajo, en una muestra que se exhibe en el CAC

Cuando Manuela Ribadeneira (Quito, 1966) estaba en la escuela le enseñaron a dibujar al Ecuador como un triángulo bastante pronunciado. Un día, en un viaje que hizo a Colombia junto a su familia, vio en la parte de atrás de un cuaderno el mapa de Sudamérica y se encontró con la sorpresa de que la forma del país era otra.

Esta anécdota, que es parte de las conversaciones que tuvo con el curador Rodolfo Kronfle durante los últimos meses, funciona como una especie de faro para iluminar su interés por explorar, desde el arte conceptual, el mundo de los territorios y las fronteras.

Son búsquedas que han cobrado vida, desde lo simbólico, en obras como ‘Twinza Mon Amour. Escala 1:1000’, una pieza del 2005, en la cual hace referencia al kilómetro cuadrado de selva que un arbitrio internacional entregó al país, en régimen de propiedad privada sin soberanía dentro del territorio peruano, como parte del acuerdo de paz que se firmó entre Ecuador y Perú, en 1998.

La obra, cuyo nombre hace alusión al libro que Marguerite Duras publicó en 1960, es parte de ‘Objetos de duda y de certeza 2000-2019’, la exposición que estará abierta hasta mediados de abril, en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), y donde Ribadeneira hace una primera revisión de su quehacer artístico.

Ese interés por hurgar en los territorios y las fronteras, -físicas, políticas, culturales y sociales- también se puede ver en obras como ‘Punto Concordia’ (2006), ‘Acta de canje’ (2008), ‘Hago mío este territorio’ (2007) y ‘Con un pie en un lado y con un pie en el otro y que cada quien decida qué lados son esos III’ (2019).

En su primera versión esta obra apareció en forma de miniaturas de bronce, en la segunda fue tallada en madera y encomendada a un hacedor de imágenes religiosas de San Antonio de Ibarra, mientras que en la última aparece como una escultura de cemento.

En su quehacer artístico, Ribadeneira también se ha interesado por trabajar la idea del castigo ejercida desde el poder. Para ello, ha recurrido a una serie de juegos lúdicos como sucede en ‘El Rey Perro: un relato’, una publicación acompañada de una pequeña caja de madera, con la que participó, en la XIV Bienal de Cuenca. Esta obra, en la que mezcla realidad y ficción, es una combinación de préstamos y apropiaciones de texto y personajes, entre ellos, uno que aparece en ‘Las encantadas’, un libro escrito por Herman Melville.

El filósofo francés Jaques Rancière ha dicho en varias oportunidades que lo real debe ser ficcionado para poder ser pensado. En esa línea, Ribadeneira explora su entorno y produce obras como ‘Los incorruptibles’ (2010), 33 colajes hechos con recortes de cuatro periódicos nacionales, de donde obtuvo las palabras cambio y revolución. En dos semanas recolectó 743 cambios y 329 revoluciones. El nombre de la obra, ha explicado, alude a la forma en la que en una ocasión el expresidente Rafael Correa calificó a la gente de su partido.

Entre las 40 obras, -videos, esculturas, audios, instalaciones y objetos-, que forman parte de esta exposición, también hay varias relacionadas con el paisaje y la geografía de las ciudades en las que ha vivido: Quito y Londres, a partir de las cuales reflexiona sobre la identidad, en el contexto de los estados-nación.

Esas ideas fueron las que permearon ‘Me la llevo puesta (títulos variables)’, la obra con la que, en el 2002, participó en la muestra colectiva en el Memorial de América Latina, en Sao Paulo, su primera exposición fuera del país. Para esta pieza utilizó el antiguo baúl de equipaje de sus abuelos, dentro del cual viajó una enorme malla acolchada de tela roja con relleno sintético, que representaba el plano de Quito.

Ala sofisticación de los objetos que produce se suma la presencia de conexiones poéticas y metafóricas que se gestan a través de un continuo diálogo entre en su mundo personal y el mundo que la atraviesa y del cual nunca ha sido indiferente.

ARibadeneira también le interesa hablar de las complejidades de la vida desde la producción de objetos pequeños. A través de la simpleza que pueden proyectar sus obras ha logrado consolidarse como una de las artistas contemporáneas más destacadas de la región, una cuya obra se encuentra en las colecciones de museos de renombre como el Guggenheim, de Nueva York, y en colecciones privadas de Londres, Sao Paulo o Guayaquil.

Entre las obras que dan cuenta de este ejercicio están ‘Autorretrato’ (2001), en la cual utiliza agujas, hilo y una base de vidrio para mostrar cómo se ve por dentro. “Es una pieza que me gusta por su simpleza y tiene un aire muy lúdico con poco reflexión”, dijo en una de sus entrevistas con Kronfle.

También está una obra que tituló ‘Partícula de Dios’ (2016). Se trata de una miga de pan fundida en bronce y magnificada en microscopio y modelada por ordenador. La anécdota que hace alusión en esta obra tiene que ver con la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones y la aparición de una paloma que soltó una miga de pan sobre uno de los ductos de ventilación.

Con esta exposición, Ribadeneira no solo hace una revisión a su quehacer artístico de las últimas dos décadas sino que deja abierta las puertas para que el arte conceptual se consolide en el imaginario de los quiteños, como otra forma de imaginar, pensar y cuestionar la realidad.

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