En Carondelet, el presidente Rafael Correa recibió a becarios retornados, en el 2013. Foto: Cortesía Presidencia de la República
Las opciones de que los ecuatorianos estudien una carrera en el extranjero se han multiplicado desde el 2007. Las cifras que exhibe la Subsecretaría de Fortalecimiento del Conocimiento y Becas, de la Senescyt, así lo confirman. De 1995 al 2006 hubo menos de 300 becados. Entre el 2007 y el 2016 son alrededor de 20 000 los becarios.
Por cada joven que estudia becado en el exterior, la inversión estatal es de USD 150 000, 90 000 y 50 000, en tercer nivel, doctorado y maestrías, respectivamente. Son becas completas que cubren manutención, pasajes aéreos, matrícula, colegiatura, seguro de salud y vida y costos de investigación.
Así lo explicó José Ernesto Nieto, subsecretario a cargo. Él también indicó que los jóvenes han viajado principalmente a Europa, Asia y África, esto constituye el 51% de becarios.
El 31% ha optado por estudiar en Estados Unidos, Canadá y Oceanía. El 18% ha decidido apuntar a países de América Latina y el Caribe.
Esta oportunidad para los bachilleres, también jóvenes con títulos de tercer nivel y otros que van por posgrados, ha sido subrayada como un logro de la revolución ciudadana. Sin embargo, tampoco ha estado libre de polémicas.
Un hecho lo refleja: hace un año, el 23 de marzo del 2016, durante un enlace sabatino, un becario le expuso al presidente Rafael Correa su preocupación como becario retornado. Tras volver con estudios en Hidrología en la Universidad de Boulder, en Estados Unidos, financiados por la Senescyt, no consiguió trabajo. Estaba ya siete meses en el desempleo.
Las críticas sobre este tema han provocado reacciones que se leyeron en redes sociales. Todas tuvieron respuestas oficiales.
Así, la Secretaría de Educación Superior ha reiterado que el 98% de becarios que regresaron al país cumple ya el período de compensación. Esto es que tienen que trabajar en el país el equivalente al doble del tiempo de financiamiento de sus estudios. El 2% está en el llamado período de gracia o ha solicitado diferimiento de la compensación. No consigue trabajo.
Robert Madera, de 29 años, es un ingeniero ambiental que siguió una maestría en Gestión Urbanoambiental en la Universidad de Wageningen, en Holanda. Cuenta que regresó al país en el 2015 y se demoró seis meses en conseguir una plaza laboral. Buscó en la Secretaría del Ambiente, Naciones Unidas, municipios y organizaciones no gubernamentales internacionales, pero era difícil.
La respuesta que recibía era que su perfil es muy bueno, pero que había recortes de personal. Desde hace 11 meses trabaja en la Secretaría de Territorio del Municipio de Quito. Ahora, le renovaron el contrato de trabajo por un año más.
La Senescyt presentó otra alternativa para quienes regresan al país con estudios en el exterior, subsidiados por el Estado. Se trata del Programa Becas Ensamble, que el año pasado cubrió USD 50 000 por proyecto, para investigación y desarrollo tecnológico y transferencia de conocimientos.
Lenín Moreno, de Alianza País, se compromete a mantener la tendencia de adjudicación de becas para estudios en el exterior y a triplicar el número de becarios Eloy Alfaro. Estos últimos reciben ayuda económica destinada a personas históricamente excluidas; se impulsará un programa de becas de posgrado nacional en carreras pertinentes.
Además fortalecerán la política de créditos educativos a tasas diferenciadas pero, de ninguna manera, la política de créditos sustituirá a la política de becas en universidades ecuatorianas y extranjeras.
Guillermo Lasso, de Creo, seguirá con la política de entrega de becas. Pero se compromete a duplicar esta opción. ¿Con qué recursos? Uno de sus planteamientos es cerrar la Senescyt. Su equipo de trabajo detalló que a diciembre del 2016, este ente estatal gastó USD 58 millones y destinó 9 millones a las becas.
En la Senescyt se informó que en el 2016, su presupuesto fue de USD 266.6 millones. De eso, 153.4 millones se invirtió en becas. El resto se distribuye entre el proyecto Prometeo de investigación y desarrollo, institutos técnicos y tecnológicos y en el sistema de nivelación y admisión.
Para suprimir la Senescyt se reformará la LOES y además se realizarán reformas en la función Ejecutiva. Y se reasignarán las funciones que deben conservarse. La gente de Creo critica que casi el 85% del gasto se haya supuestamente dirigido al mantenimiento de la institución y no a los programas que son propiamente de educación superior.
También buscan que a las pruebas PISA -correspondientes a la educación media- se incorporen más mediciones en todos los niveles de educación. “Para preparar a los jóvenes para un mañana globalizado y competitivo”.