Los campanilleros de Angla danzaron en las recientes fiestas patronales de San Pablo de Lago, en Imbabura. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO.
Los monótonos sonidos de flautas y tundas, y los tintineos de pequeñas campanas que cargan danzantes como Segundo Ortiz marcan el zapateo. El hombre, de estatura pequeña y piel morena, es uno de los 35 integrantes del conjunto de campanilleros de Angla, en Otavalo (Imbabura).
Cuando tenía 12 años, Ortiz empezó a bailotear como lo hacía su abuelo materno, Manuel Cabrera. Fue uno de los primeros integrantes de este grupo considerado un referente del pueblo kichwa kayambi.
Cada año con la llegada del Inti Raymi o Fiesta del Sol, los campanilleros reaparecen para agradecer a la madre tierra por las cosechas. Por eso, no solo recorren Angla sino también comunas vecinas como Usgha, Topo y Gualaví, situadas en la parte alta de la parroquia de San Pablo del Lago.
Cada bailarín luce un zamarro, una especie de pantalón hecho con piel de chivo, un grueso poncho de lana y un sombrero de pana.
Sobre su espalda carga un pedazo rectangular de piel de res disecada de donde descuelgan las sonajas de bronce. Cada uno lleva 12 campanas, que simbolizan los meses del año. Los instrumentos son de varios tamaños y pesan entre 25 y 30 libras.
A cada paso de Juan Terán, otro de los danzantes resuena las campanillas. Hay ritmos para cada ocasión, cuenta.
Tienen un compás para el ingreso del grupo de danzantes a la comunidad, otro para cuando recorren de casa en casa, como es la tradición. También se destaca el canto de mujeres, que generalmente acompañan a los campañilleros.
Son contadores del arte y costumbre del pueblo kayambi, resalta Lourdes Altalima, concejala del Municipio de Otavalo. La entidad les entregó la condecoración Yamor en el marco de la conmemoración de los 189 años del decreto suscrito por el Libertador Simón Bolívar que elevó de villa a ciudad a Otavalo.
En la comunidad de Caluquí, en la vecina parroquia de González Suárez, también se guarda esta tradición, cuyo origen se pierde en el tiempo.
Hay 25 campanilleros. Uno de ellos es Ambrosio Males, de 55 años, quien heredó de su padre José el gusto por bailar con las campanillas.
Estos danzantes se han presentado en diferentes sitios. Entre junio y agosto son más solicitados, comenta Fabián Cabascango, líder de esta parcialidad kayambi. Han actuado en la toma simbólica del complejo de Puntiatzil, en Cayambe; en la plaza de San Juan Capilla, en Otavalo; en el baño ritual de Peguche, entre otros.