Los caporales son los priostes de esta celebración tradicional. Foto: Cortesía Mellintong Saca .
Los jóvenes son los dueños de la fiesta del Niño Caporal en la parroquia Totoras. Ellos heredaron la tradición de más de 200 años en este sector localizado a 10 kilómetros al oriente de Ambato, en Tungurahua.
Este año, al menos 600 personas se vistieron de negros, cholas y jinetes, los principales personajes de esta fiesta financiada por cuatro caporales o priostes. Mellintong Saca es uno de los 10 organizadores de esta celebración religiosa.
Cuenta que los priostes financiaron el festejo que se cumple durante cuatro días en honor al Niño Dios. La imagen, custodiada por los caporales, recorre cada una de las viviendas de los caporales donde se prepara comida para los invitados y visitantes.
Explica que en el festejo también participan el fundador, la protectora de la imagen del Niño Caporal, el caporal de los negros, los negros, la banda Caspi y los Chimberos. Estos últimos son los encargados de lanzar los voladores.
Antes de la celebración, cada uno de los priostes cocinaron tinajas de chicha de jora, se sacrifican 30 chanchos, una res, 300 cuyes y gallinas en las casas para alimentar a quienes llegan por devoción y fe a la imagen del Niño Caporal.
En los cuatro días de fiesta, los priostes llevaron en los brazos a la imagen religiosa que reposa sobre una bandeja hecha de madera. El sonido de los voladores anunció la llegada de los negros y doñas (hombres disfrazados de mujer). Ellos llevaron la cara pintada y vistieron de negro. También en las manos cargaban una espada. Estaban guiados por el Paje, otro de los personajes de esta celebración en Totoras. Ellos dieron vueltas alrededor de la casa del caporal.
Saca explica que dan tres vueltas a la derecha y tres a la izquierda para representar la bendición de la vivienda en la cual se los recibe. El Caporal de los negros es el líder de toda la agrupación con su vestuario tradicional compuesto por un pantalón blanco, camisa bordada, una faja, 12 rebozos de distintos colores en pares como el rojo, azul, fucsia, verde, amarillo y el rosado.
El martes se entregó el pan de dulce de Carnaval. Este año se elaboraron entre 4 000 y 5 000 que se regalaron a los invitados y turistas. También se recitaron coplas en honor a la imagen. “La fe al Niño Caporal es lo que mueve a los priostes y es un pago por los favores recibidos”, comenta Saca.
Hace cinco años, la organización de la fiesta está a cargo de los jóvenes. Saca cuenta que también tiene el apoyo de los taitas y mamas, quienes les guían en la realización de la festividad. “Estamos trabajando para que esta tradición no se pierda y se mantenga en el pueblo. Por eso hay la participación de los jóvenes de la parroquia”, asegura Saca.