Rafael Camino, director del Ballet Jacchigua (der.), junto a un artista del elenco. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Un nuevo proyecto coreográfico del Ballet Nacional Jacchigua reúne en un solo espectáculo ritos y fiestas patrimoniales de varias regiones del Ecuador.
La obra, denominada Espectáculo Patrimonial, se estrenó el pasado viernes y será parte de la programación continua del ballet durante todo el año.
Rafael Camino, director del ballet, explica que la producción y estreno de esta nueva coreografía es parte del ‘huasipichai’ con el que se celebra el arribo del elenco a su “nueva casa”, en el escenario del Centro de Convenciones Eugenio Espejo, como parte de un convenio con Quito Turismo y el Municipio de Quito.
El objetivo es “tratar de mantener la memoria de este país pluricultural a través de la cultura y el arte de la danza, la música y el baile”, dice Camino sobre una pieza escénica que define como un “servicio cultural turístico” para el público nacional y extranjero y un “producto de excelencia cultural educativa”.
El Espectáculo Patrimonial se suma al tradicional espectáculo Primer Patrimonio Cultural Vivo, que se presenta todos los miércoles, a las 19:15, en el mismo escenario.
Para Camino, el Espectáculo Patrimonial representa una nueva etapa dentro de la trayectoria de 40 años, con una puesta en escena que busca crear una nueva experiencia, donde “el público será parte del montaje coreográfico”.
Los artistas en escena utilizan todo el auditorio como un gran escenario, permitiendo que el público pueda interactuar, bailar e incluso tomarse fotografías con los distintos personajes en escena.
Cada viernes, 69 artistas utilizarán 620 kilogramos de vestuario y utilería para poner en escena un repertorio de siete pasajes coreográficos de las fiestas más representativas del país, durante dos horas.
El Espectáculo Patrimonial muestra ritos, ceremonias y hechos culturales tradicionales, como La Fiesta del Coraza y los Pendoneros de San Rafael, de Imbabura, La Mama Negra de Latacunga, que recrea la celebración de 1957.
Galápagos es una coreografía que recrea costumbres y vivencias de las Islas Encantadas, que busca crear conciencia sobre la relación entre el hombre y la naturaleza.
Huasipungo es un pasaje que reflexiona sobre la esclavitud y el miedo y se proyecta como una crítica al subdesarrollo. Camino se integra a esta coreografía como el mayordomo, después de 28 años sin bailar.
Los Diablos de Píllaro recuerdan la Fiesta de Inocentes, Jesús y la Danza de la Oración es una reflexión sobre la fe, mientras que Quito Antiguo y el Chulla Quiteño rememora la tradición del cortejo y romance de antaño como un llamado a la no violencia de género.
“El arte debe practicarse para mejorar al ser humano”, dice Camino.