Las muestras tomadas en el Antisana fueron colectadas a diferentes altitudes, desde los 5 000 m, para conocer el impacto y la procedencia de estas partículas de plástico. Foto: cortesía Inamhi-Ird
La altitud, el clima y la distancia no han sido limitaciones para la llegada de microplásticos a los Pirineos de Francia o a los Alpes de Italia. Estos hallazgos demuestran que estos contaminantes están presentes en las zonas más remotas del mundo, y Ecuador no es la excepción.
Un reciente estudio revela que el Antisana ahora es parte de esta lista. Aunque las investigaciones por lo general se centran en la presencia de estas partículas en los océanos, un grupo de investigadores halló las primeras muestras de microplásticos en el glaciar ecuatoriano, ubicado entre Pichincha y Napo.
Marcela Cabrera, técnica de investigación en el Laboratorio Nacional de Referencia del Agua de la Universidad Amazónica Ikiam, cuenta que la idea surgió ante la escasez de estudios sobre estos contaminantes en áreas remotas de montaña en América Latina.
El Antisana llamó la atención de los investigadores porque es una zona que alimenta al sistema de agua potable para Quito. Estudiarlo permitiría evidenciar la presencia de estos microplásticos en el líquido vital que llega a la ciudad.
Mariana Capparelli, Bryan Valencia, Luis Maisincho y Cabrera formaron un grupo de estudio y, tras postular con su idea a un fondo de la Unión Europea en coordinación con la Cooperación Española (AECID), obtuvieron USD 20 000 para llevar a cabo las mediciones
En colaboración con el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) y la Universidad de Cádiz, en España, los investigadores empezaron el trabajo de campo.
Cabrera cuenta que se tomaron muestras de hielo superficial entre los 5 000 y 5 600 msnm. El objetivo de obtener estos datos era identificar la cantidad y características de los microplásticos en diferentes alturas del Antisana.
Además, se colectó un núcleo de hielo de 8 metros a 5 500
msnm, para evaluar la composición y acumulación vertical de estas partículas, lo que determinará desde cuándo se empezó a registrar este material en el glaciar.
Aún es necesario analizar las muestras para descubrir su procedencia y el impacto de estos microplásticos en los sistemas de agua potable de las ciudades. Esto se detuvo temporalmente debido a la emergencia sanitaria.
Cabrera dice que, con base en otros artículos científicos, se cree que los microplásticos fueron transportados por el viento desde los océanos o de grandes urbes que no tienen un manejo adecuado de estos residuos.
Con este trabajo se pretende crear una línea base para conocer el impacto en los Andes y la Amazonía, al igual que evidenciar si las plantas de tratamiento de agua potable están reteniendo estas partículas.