Con más de 3 000 millones de usuarios compartiendo y digiriendo información en todo el mundo, la Internet se ha convertido en el territorio donde el concepto de restricción pierde su validez. Foto: Pixabay
La leche para el biberón del recién nacido, la computadora de última tecnología o los planos para construir una bomba. Con más de 3 000 millones de usuarios compartiendo y digiriendo información en todo el mundo, la Internet se ha convertido en el territorio donde el concepto de restricción pierde su validez y, más bien, se reafirman otros como el acceso al conocimiento y la libertad de contenidos.
Pero justamente esta amplitud supone una paradoja para la actualidad. Mientras que el usuario puede recorrer visualmente las cascadas del Niágara o leer lo más nuevo de la literatura nipona, en ese mismo instante tiene la capacidad de acceder a la información personal de otros usuarios o comprar un niño para utilizarlo a su antojo.
Lo que se puede ver
En los últimos años toma fuerza la hipótesis de que menos del 5% de lo que hay en Internet está al alcance del usuario común. Es decir, el poder de buscadores como Google, dominante en el mercado, apenas llegaría a mostrar una minúscula fracción de todos los contenidos que circulan a través de los servidores de todo el mundo.
En este pequeño porcentaje de lo que nos es visible apenas ingresando una dirección en un navegador se encuentra el conocimiento científico, social, popular, musical… de todos los tiempos.
Redes sociales, revistas especializadas, servicios de ‘streaming’ de audio y video, cursos de idiomas, carreras universitarias virtuales, entre otras, son algunas de las opciones a las que se puede acceder en la actualidad a través de un computador, una tableta, un televisor, un teléfono y cualquier otro dispositivo que conectado a la Red.
Pero no solo la educación y el entretenimiento son los únicos fines de la Internet. Servicios de salud y empleo van adquiriendo popularidad. Por ejemplo, en el país empresas como Salud S.A. han implementado ‘Doctor en línea’, un sitio por medio del cual los pacientes pueden obtener una cita con sus médicos.
Y portales como LinkedIn Ecuador, Multitrabajos.com y Porfinempleo.com, en cambio, se han convertido en espacios para que las personas presenten su información laboral.
Lo que no se puede ver
Del otro lado de la balanza de la Internet se encuentra, en cambio, más del 90% de información a la cual los buscadores no acceden fácilmente. Estos contenidos están dirigidos a usuarios que prefieren mantener oculta su identidad. Hay, eso sí, de todo.
Documentos científicos, bases de datos, información empresarial, por mencionar algunos, comparten espacio con foros especializados para piratas informáticos, vendedores de drogas y de armas, sicarios profesiones, pederastas y agencias gubernamentales.
Ya que mucha de la información que circula aquí escapa de la legalidad, estos sitios no cuentan con las URL tradicionales. A diferencia de las www y los .com, las direcciones de la ‘deep web’ están encriptadas de tal manera que para ingresar a un portal se debería digitar algo similar a fhfgs1258xonoiuh632.onion
Y hay algo más: debido al tipo de extensión (.onion u otras), los navegadores tradicionales no sirven para acceder a estos lugares.
Es por ello que exploradores como Tor han sido desarrollados específicamente para mantener el anonimato del usuario.
Recorrer por estas páginas suele ser un peligro para los usuarios inexpertos. Primero porque es donde navegan los piratas informáticos. Luego, los servicios de inteligencia están a la caza de pederastas, extremistas, traficantes de órganos, armas y drogas y de otros delincuentes que circulan en la Red.
Y es que aquí, como en ningún otro espacio, se puede comprar fácilmente un menor de edad, o simplemente pagar para ver cómo decapitan en vivo a una persona.