IBM presentó la semana pasada, en Las Vegas, aplicaciones de Watson: preparación de chocolate, un bus autónomo, etc. Foto: César A. Sosa / EL COMERCIO
En la ciudad de los casinos –Las Vegas-, la multinacional IBM presentó la semana pasada los avances de Watson, su plataforma de inteligencia artificial que promete revolucionar el mundo empresarial y también el mercado laboral.
Como sucedió a mediados del siglo XIX, con la aparición de las máquinas a vapor -que dieron inicio a la era industrial transformando los sistemas de producción y de trabajo- la inteligencia artificial ya está generando una nueva revolución productiva a escala global, que tendrá profundos cambios en la mano de obra.
Esta nueva era se caracteriza por la incursión de máquinas inteligentes en todo tipo de actividades productivas, pues tienen una mayor capacidad que el cerebro humano para procesar datos. Pero además están programadas para seguir aprendiendo cuando interactúan con las personas.
Hace pocos meses, Watson tomó la forma de un robot llamado Connie y comenzó a trabajar en un hotel de la cadena Hilton, en Virginia, EE.UU. Sus tareas son de ‘concierge’, pues responde preguntas de los huéspedes sobre los restaurantes más cercanos, las atracciones turísticas y cualquier información del hotel.
Un gemelo de Connie también comenzó a trabajar meses más tarde en un banco de Japón, como asistente en la mesa de servicios, respondiendo preguntas de los clientes sobre cuentas y transacciones.
El idioma materno del robot es el inglés, por lo que fue necesario programarlo para que también hablara japonés.
Lo mejor que sabe hacer Watson es responder preguntas. Esa fama de ‘sabelotodo’ la consiguió en febrero del 2011, cuando ganó un popular concurso de preguntas y respuestas en Estados Unidos, llamado ‘Jeopardy’. Sus oponentes eran los dos mejores concursantes de la historia del programa, pero Watson les venció en la tercera ronda, contestando preguntas que le obligaban a pensar como una persona.
El secreto de este sistema inteligente fue su capacidad para sumergirse, en milésimas de segundo, en millones de páginas de Internet, comparar la información que ofrecen unas y otras, interpretar el juego de palabras, como hacen las personas, y encontrar la mejor respuesta a cada pregunta. Mientras más datos estén disponibles para ser procesados por Watson, el margen de error de su respuesta se reduce.
Y lo que más existe en el mundo en la actualidad son datos, que se generan cada vez más a través de las computadoras, teléfonos, tabletas, consolas de videojuegos y cualquier equipo conectado a Internet. Las empresas también acumulan datos en sus servidores, algo que puede convertirse en una mina de oro si saben utilizarlos. De hecho, los datos son considerados el ‘recurso natural’ más valioso del siglo XXI, al punto que IBM ha adquirido bases de datos con información sobre el cáncer, algo que pudiera cambiar el mundo de la medicina.
En la actualidad, hospitales en Estados Unidos utilizan a Watson para obtener un diagnóstico en minutos. El sistema analiza los síntomas y los resultados de laboratorio de un paciente y los compara con millones de registros alrededor del mundo. Y un diagnóstico a tiempo puede salvar vidas.
Esta tarea puede dejar obsoleta la carrera de medicina general en poco tiempo, aunque puede potenciar el trabajo de los especialistas e investigadores que buscan la solución a enfermedades incurables.
Asimismo, los cuatro estudios jurídicos más grandes del mundo le están enseñando a Watson a comportarse como un abogado, teniendo en cuenta que los litigantes y defensores están “entrenados para pensar en los peores escenarios posibles” y no solo en los más racionales, comentó Ariel Alberto Neuman, abogado, politólogo y doctor en Comunicación, a la agencia de noticias Télam, en Argentina.
Las aplicaciones de la inteligencia artificial se están multiplicando, y en todos los casos la clave está en las bases de datos. Por eso IBM también concretó este año la compra de la compañía The Weather Company, básicamente por su base de datos sobre el clima.
Y la semana pasada, en el Hotel Mandalay Bay de Las Vegas, la compañía Local Motors presentó a Olli, un bus con capacidad para 12 personas que se maneja solo y que está asistido por Watson. Los pasajeros pueden hacerle preguntas sobre el restaurante más cercano, el clima, eventos, horarios de espectáculos en la ciudad, etc. Olli, que fue armado con piezas producidas con una impresora 3D, también está a prueba en Miami y en Washington. A futuro se espera usar perfiles de redes sociales de los pasajeros para ofrecer una interacción más personalizada.
Lo anterior tendría un gran impacto en la industria del turismo y de los servicios, que generan millones de puestos de trabajo alrededor del mundo. Unos 7,8 millones de estadounidenses y 2,7 millones de británicos trabajaban en el 2013 en sector del turismo y la hotelería. Y probablemente deberían empezar a preocuparse si el robot Connie comenzara a multiplicarse.
En el futuro, cualquier trabajo que tenga un patrón de comportamiento pudiera ser reemplazado por Watson: operadores de ‘call center’, asistentes bancarios o guías turísticos. Pero todavía se puede ir más lejos. Hay aplicaciones que ofrecen, por ejemplo, combinaciones para elaborar un nuevo tipo de cerveza o de chocolate, letras para componer una nueva canción, diseños para un vestido o las mejores opciones para invertir.
Si las máquinas inteligentes se van a encargar de buena parte del trabajo, ¿qué les queda a los humanos? Eso dependerá de su capacidad para desarrollar nuevas habilidades y evitar quedarse obsoletos.