El escritor Juan Valdano Morejón en el estudio de su casa. Atrás, su biblioteca. Foto: Archivo / EL COMERCIO
El número de binomios presidenciales para las elecciones del próximo año muestra la incapacidad de la clase política para llegar a acuerdos, ¿qué hay detrás de esta falta de consensos?
Eso demuestra que, entre nosotros, la política ya no es el campo del debate ideológico; hoy es una loca carrera por alcanzar el poder con el único propósito de beneficiarse de él, un teatro de vanidades, un escaparate de vulgares ambiciones. Hay una proliferación de grupos políticos que surgen de la noche a la mañana, agrupaciones sin trascendencia, sin líderes bien formados, que surgen al calor de las circunstancias; son como la hierba del campo, hoy nacen y mañana son paja seca. La política ha pasado a ser un gran negocio para unos y una pesadilla para muchos.
¿Por qué a la sociedad ecuatoriana siempre le ha resultado complicado llegar a acuerdos?
Para gobernar una sociedad tan fragmentada como la ecuatoriana no solo es necesario ganar las elecciones; es imprescindible construir una democracia consensuada. Regímenes que en vez de promover los consensos exacerban las contradicciones se descalifican a sí mismos. El mandatario que no es permeable a las críticas cae en el autoritarismo. El diálogo con la disidencia y con las minorías siempre abre los caminos para la gobernabilidad.
¿Cuál es la importancia de los consensos con las minorías?
En una sociedad que no es homogénea y en la que hay conflictos internos por razones éticas, religiosas o ideológicas, la regla impuesta por la mayoría que maneja el poder puede significar una dictadura de esa mayoría. Esto engendra el conflicto social, el descontento de las minorías. En una democracia consensual es importante no alimentar estos roces, sino más bien promover el diálogo y hacer concesiones.
¿En qué medida nuestra historia como nación ha influido en la dificultad para llegar a acuerdos políticos y sociales?
Al aparecer la vida del ecuatoriano común se desenvuelve en una paradoja continuada. La tendencia a la indisciplina y al desbarajuste es parte de nuestra vida social diaria. Nuestra vida es este babélico desorden, es inestabilidad e inseguridad. La libertad para nosotros es esa capacidad de inventar, es extravío de la norma. Caos equivale a vida en constante ebullición y reacomodo. Y si el caos es algo objetivo en nuestra sociedad, en el individuo se traduce en una subjetividad peculiar: la de aquel que vive de sorpresa en sorpresa, lo que le obliga a la improvisación. En el plano político ese caos da forma a una relación anárquica del poder.
¿Qué impidió llegar a consensos en los últimos años?
Cuando un gobierno llama al diálogo con todos los sectores de la sociedad y no parte de la verdad, siempre será difícil llegar a acuerdos duraderos. El correísmo puso a circular un eslogan mentiroso: “la patria es de todos”. En la práctica fue la inclusión de unos pocos y la exclusión de la mayoría. Para justificar sus arbitrariedades Correa decía: “¿protestan? Ganen las elecciones.” Ganar las elecciones con la mitad más uno de los votos depositados en las urnas no faculta a quien los recibe a cometer una sola arbitrariedad en nombre del pueblo que lo eligió.
¿Cuáles son los peligros de vivir en una sociedad fragmentada, en la que cada uno busca ganar su parcela de poder?
Los impulsos que pugnan por disociarnos se traducen en aquellas tendencias que hacen difícil el diálogo y la participación. Cada grupo tiene una visión fragmentada de la realidad del país. ¿Dónde está el estadista que mire el Ecuador como un todo, más allá de las diferencias regionales y los intereses de grupos? Pensar el Ecuador como país y más aún, como un proyecto de nación, es entenderlo desde aquellos mecanismos morales y culturales que lo cohesionan a pesar de nuestra ingénita tendencia a la anarquía. Son impulsos de fondo que se han manifestado a lo largo de su vida histórica.
Muchas personas piensan que los consensos significan necesariamente homogeneización de las ideas, ¿es así?
La imagen de nación que hemos tenido los ecuatorianos ha estado siempre en crisis. Y lo sigue estando porque nuestros logros al respecto han sido contingentes y provisorios y nuestra política no ha dejado de marcar un ritmo de inestabilidad y duda acerca del futuro del país. Somos un pueblo heterogéneo, nuestras raíces étnicas tienen distintas procedencias. Todo ello significa diversidad y riqueza cultural; pero también contradicción y conflicto. Vivir la democracia implica asumir las diferencias en aras de un proyecto común que se construye cada día.
Juan Valdano
Nació en Cuenca en 1939. Ha publicado más de 30 libros. Es Miembro Correspondiente de la Real Academia Española, Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y Miembro de la Academia Nacional de Historia. Este año recibió el Premio Nacional Eugenio Espejo.