Los guayaquileños Geovanni Padilla y Livington Freire desarrollaron prótesis impresas en 3D, con el fin de abaratar las piezas y personalizar los modelos. Foto: Gabriel Proaño/ EL COMERCIO
La impresión 3D está cambiando radicalmente a la medicina en el siglo XXI. Y si bien en sus primeros años de desarrollo se utilizaba esta tecnología para la fabricación de prótesis, en la actualidad ya existen proyectos de bioimpresión enfocados en la fabricación de piezas vitales como el corazón, los riñones e incluso terminaciones nerviosas.
Por ejemplo, a inicios de este año el Hospital de Niños de Los Ángeles (EE.UU.) realizó un primer procedimiento quirúrgico basado en una impresión en 3D del corazón de Esther López, quien nació con una cardiopatía denominada comunicación interventricular (cierre incompleto de la pared que divide los ventrículos).
La cirugía tradicional determinaba que se abriera el pecho del paciente, se lo conectara a un baipás y luego se procediera a la revisión del órgano para tomar una rápida decisión sobre cómo operar. Ahora, los médicos del hospital lograron escanear el corazón e imprimir una copia exacta para trabajar directamente con la enfermedad y no gastar tiempo en un examen físico del corazón tras su extracción.
De acuerdo con una publicación de Frank Ing, jefe de Cardiología del hospital estadounidense, este tipo de impresiones reducen tanto los costos de operaciones como los riesgos de muerte en los quirófanos.
Para el médico internista ecuatoriano Daniel Jaramillo,la impresión 3D resulta de especial interés en casos de alto riesgo. Él explica que estos procedimientos en un quirófano pueden tardar más de 10 horas, tiempo en el cual el paciente pasa sedado y cuyo organismo lucha intensamente para sobrevivir al proceso invasivo.
Explica que con réplicas idénticas de los órganos (que en la actualidad sobrepasan el 90% de exactitud gracias a las impresoras modernas), el tiempo de cirugía se reduce a la mitad, mientras que el médico quintuplica las horas de estudio del órgano a tratar. Esto implica más eficiencia en las operaciones.
Y no solo la construcción de órganos está en la mira de la impresión 3D. Hace dos semanas, investigadores de la Universidad de Minnesota crearon con esta tecnología un tubo-guía que permite la regeneración de los nervios. Para ello utilizaron una rata cuyo nervio ciático estuvo seriamente afectado.
Los científicos escanearon el nervio y crearon una cápsula de 2 milímetros capaz de envolverlo. En el dispositivo insertaron químicos que promueven la regeneración nerviosa, con lo que el animal mejoró en sus actividades motoras en un período de entre 10 y 12 semanas, un tiempo récord de frente a tratamientos más comunes que dependen de cómo se comporte el nervio (el cual, muchas de las veces, no reacciona ante el medicamento).
El siguiente momento en este tipo de impresión es la bioimpresión, con la que se tendrían órganos capaces de funcionar de acuerdo con las necesidades de los usuarios. En el momento, existen proyectos piloto que han logrado emular la flexibilidad de los tejidos, pero aún está en análisis su durabilidad.
Un ejemplo ecuatoriano
La impresión en 3D con fines médicos no está tan lejos para los ecuatorianos. La semana pasada, la empresa Ecuabot Factory hizo la primera entrega de su primeras prótesis 3D para una niña menor de 5 años y un adulto sobre los 30.
Según explican Geovanni Padilla y Livington Freire, quienes iniciaron este proyecto en Guayaquil, la impresión 3D permite reducir los costos de las prótesis en más de un 99%. Además, gracias a sus bajos precios, gente de toda edad puede acceder a ellas y actualizarlas de acuerdo con sus necesidades.
En cuanto a la durabilidad, esta se extiende entre uno a más de cinco años, dependiendo del uso que se dé. El tiempo de entrega es otra ventaja, ya que en aproximadamente una semana se puede entregar el dispositivo.
Asimismo, se puede personalizar el artefacto, con lo que un niño podría tener una prótesis que tenga una mano y con tan solo mover unas piezas, transformarla en una pinza robot.
Para el médico Fernando Espinoza, las prótesis impresas en 3D son un paso importante en los tratamientos con pacientes que han perdido sus extremidades.
Comenta que muchas veces los padres de los más pequeños no invierten en prótesis debido a que estas no duran más de un par de años a causa del crecimiento corporal de sus niños. Si las que se hacen en 3D son más baratas, entonces su hijos lograrán acceder a estos tratamientos a una edad temprana.