El impacto de las Unidades del Milenio está en debate

En la Espol, el ministro Fander Falconí debatió con el legislador Augusto Espinosa. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

En la Espol, el ministro Fander Falconí debatió con el legislador Augusto Espinosa. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

En la Espol, el ministro Fander Falconí debatió con el legislador Augusto Espinosa. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Los dos informes sobre el impacto de las Unidades Educativas del Milenio (UEM) fueron contrastados ayer, 6 de septiembre del 2017, durante un foro organizado por la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), en Guayaquil.

Fue el acuerdo al que llegaron el ministro de Educación, Fander Falconí; y el presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, Augusto Espinosa, después de un debate en las redes sociales. Los autores de las investigaciones también acudieron para explicar el método empleado y sus resultados.

Ambos análisis tienen por objetivo evaluar el desempeño de las UEM como política educativa a lo largo de los últimos diez años. Este modelo de infraestructura educativa moderna empezó a levantarse en 2008. Hasta fines de este año se espera construir 117 centros.

Para reflejar su repercusión, dos investigadores recurrieron a estudios econométricos. Juan Ponce, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, elaboró un estudio para el Ministerio de Educación, junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Su informe midió el impacto en matrícula y logros educativos de sus alumnos.

Entre las conclusiones explicó que no hubo un impacto significativo en la matrícula -es decir, no hubo un aumento de alumnos-. Y solo registró un impacto importante en matemática -según los datos de base de las pruebas Ser-.

Juan Pablo Jaramillo, economista y asesor de la Asamblea, elaboró otro estudio y concluyó que las UEM tienen un impacto positivo en todas las variables que analizó: factor socioeconómico del alumno y de la escuela, en las evaluaciones de matemática, lenguaje, ciencias naturales y sociales.

Luego de las exposiciones, docentes de la Facultad de Economía de la Espol hicieron algunas observaciones a los métodos que aplicaron los investigadores. Gonzalo Sánchez aplaudió que se recurra a la econometría para conocer el impacto cuantitativo de las políticas públicas. Sin embargo, aseguró que ambos estudios pueden ser mejorados.

La publicación de estos estudios ha generado confrontaciones en las últimas semanas, por sus resultados contrastantes. Además, porque el presidente Lenín Moreno ha expresado su apoyo a reactivar los planteles ubicados en áreas rurales, algunos unificados en UEM, para facilitar la movilidad de los estudiantes.

El asambleísta Augusto Espinosa recordó parte de su gestión a cargo del Ministerio de Educación en el régimen anterior. Dijo que durante ese tiempo subió la tasa en el bachillerato (que pasó 48 al 71% en el país); y se avanzó en el ordenamiento de la oferta educativa con la reducción de instituciones (de 18 000 establecimientos, en el 2011, a 12 500 actualmente; aunque la cifra óptima es 5 500, como indicó).

Para Espinosa, estas fueron medidas que beneficiaron a las zonas rurales donde, según dijo, la tasa de bachillerato subió en 32%. “Si bien es cierto, cuando se fusionan planteles educativos a lo mejor se tiene que caminar uno o dos kilómetros. Pero cuando llegan al bachillerato, la inexistencia de esa oferta determinaba que el padre eligiera entre enviar a su hijo a la ciudad o que empiece a trabajar en su parcela”.

Actualmente, según Espinosa, hay 6 000 planteles con menos de 100 alumnos, que representan el 5% de la población escolar. Por ello, el exministro insistió en la necesidad de continuar con el ordenamiento.

En cambio, el ministro Fander Falconí dio otros datos de la oferta educativa pública del país. Dijo que los planteles unidocentes y bidocentes -generalmente ubicados en zonas rurales- conforman el 50% de las unidades educativas del país; y agrupan a 177 000 alumnos. “Alrededor del 33% de estos estudiantes tiene rezago estudiantil”. Para mejorar su desempeño explicó que tienen un plan de acompañamiento y capacitación docente.

Pero también habló de las UEM. Falconí indicó que actualmente funcionan 82 de estos planteles, con cerca de 80 000 alumnos que apenas representan el 2% de la cifra global de estudiantes.

“Yo he estado en las Unidades del Milenio y estoy a favor de ellas. ¿Por qué vamos a eliminarlas?”, dijo. Sin embargo, recalcó que los estudios sobre las UEM han reflejado algunas lecciones que le servirán de base para reforzar la capacitación docente, el acompañamiento pedagógico, el desarrollo de un sistema de seguimiento docente y la innovación en estas instituciones.

Para Margarita Martínez, docente de la Espol, es necesario unir esfuerzos para mejorar la calidad de los maestros de educación básica y bachillerato. Como muestra de lo efectivo que sería, enseñó los resultados de los mejores puntuados las pruebas Ser Maestro y su relación con los mejores calificados de las Ser Bachiller.

“Está claro que la calidad del sistema educativo no lo determina un decreto o una construcción. Depende de lo que pasa cuando el maestro cierra la puerta del aula”.

En contexto

Las Unidades del Milenio fueron ideadas para brindar educación de calidad y mejorar la cobertura. A la hora de definir las zonas de construcción se dio prioridad a los sectores históricamente relegados. En ellas se fusionaron varias escuelas pequeñas.

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