El elenco de Talvez, durante la presentación que tuvieron en el Teatro Variedades. Foto: cortesía Talvez
La impronta de Talvez, el grupo de danza que nació hace 11 años en las aulas de la Universidad San Francisco de Quito, es concebir al cuerpo como un mundo donde las posibilidades de improvisación son infinitas; y a la danza como un espacio donde el movimiento se convierte en una terapia.
‘En la inquietud del tiempo o el deseo de flotar’, la obra que estrenaron la semana pasada (17 al 23 de junio del 2019) en el Teatro Variedades Ernesto Albán, sus búsquedas escénicas entran en diálogo con la necesidad de entender cómo funciona el tiempo en la vida contemporánea y cómo este es asimilado por los cuerpos.
Marcela Correa, directora del grupo, cuenta que estas inquietudes surgieron de la lectura que hicieron de ‘La sociedad del cansancio’, del filósofo coreano Byung-Chul Han, quien sostiene que ahora la idea de tiempo está anclada al paradigma de rendimiento y autoexplotación.
Con esta idea en mente, y tratando de percibir cómo reacciona su cuerpo al paso del tiempo, Carolina Eguiguren, Flor Gómez Vara, Juan Fernando León, Juan José Pozo y Vanessa Torres -elenco actual del grupo- explora en vivo los significados y las formas que va adquiriendo su cuerpo.
“La obra -explica Correa- busca mostrar distintas temporalidades desde un lenguaje de improvisación. Solo cuatro de las escenas están fijas y las escenas intermedias se construyen en tiempo real”.
El grupo Talvez, 11 años de danza
El elenco conformado por Carolina Eguiguren, Flor Gómez Vara, Juan Fernando León, Juan José Pozo y Vanessa Torres expresa la reacción del cuerpo al paso del tiempo. Foto: Cortesía Eduardo Valenzuela Garzón
La obra ‘En la inquietud del tiempo o el deseo de flotar’ del grupo de danza Talvez se compone de cuatro escenas fijas e intermedias en tiempo real. Foto: Cortesía Eduardo Valenzuela Garzón
Los danzantes del grupo Talvez tienen permiso de cerrar los ojos para sentir la improvisación de sus cuerpos. Foto: Cortesía Eduardo Valenzuela Garzón
El grupo Talvez presentó obras de danzaterapia en el pasado, tales como ‘La Escucha’, ‘Gravis’, ‘Lo que el público manda’, ‘Cuerpo intuitivo’ y ‘El abrazo’. Foto: Archivo / EL COMERCIO
A diferencia de las obras anteriores, las últimas piezas del grupo de danza Talvez presentan una improvisación sonora. Foto: Cortesía Eduardo Valenzuela Garzón
La directora del grupo, Marcela Correa, produce las obras basadas en la lectura ‘La sociedad del cansancio’ del filósofo coreano Byung-Chul Han Foto: Archivo / EL COMERCIO
Los movimientos corporales se construyen en función del concepto de rendimiento y autoexplotación de la vida contemporánea, según la directora del grupo dancístico Marcela Correa. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Para llegar a este tipo de exploraciones que, en su mayoría, se sustentan en los principios de la danzaterapia, Talvez tuvo que pasar por un proceso de profesionalización. Para Correa, la obra que lo cambió todo fue ‘Mientras el agua dormía’. “Antes del montaje de esta obra que se presentó en la laguna de la USFQ; había mucha informalidad en el grupo. Desde esa obra, la gente de adentro y de afuera comenzó a vernos con otros ojos”.
Una de las claves que apuntaló el trabajo del grupo fue interiorizar las técnicas de la danzaterapia. Una de ellas es la del movimiento auténtico en la que los bailarines tienen el permiso de cerrar los ojos para tratar de sentir de otra forma el movimiento de sus cuerpos. De este tipo de ejercicios aparecen obras como ‘La Escucha’, estrenada en el 2011.
Luego vinieron obras como ‘Gravis’, ‘Lo que el público manda’, ‘Cuerpo intuitivo’ y ‘El abrazo’, que se estrenó en el 2014. Con esta última obra, el grupo comenzó a trabajar con la improvisación corporal en vivo. En varias de sus últimas piezas también han sumado la improvisación sonora. ‘En la inquietud del tiempo o el deseo de flotar’, este ejercicio está a cargo de
En el trabajo de Talvez también aparece, de una forma que no es intencional, las enseñanzas que Correa tuvo en sus años de formación junto a Wilson Pico, Kléver Viera y Terry Araujo, quienes le enseñaron lo importante que es dejar que el cuerpo fluya y se conecte con el público.
Las próximas presentaciones de la obra se realizarán el 28 de junio en la Fábrica de Atuntaqui y el 10 de julio en Muégano Teatro de Guayaquil.