Geraldine Román, la primera congresista transexual de la historia de Filipinas, quiere acabar con la marginación legal que sufren las personas de la comunidad Glbti en el país. Foto: EFE.
Geraldine Román, la primera congresista transexual de la historia de Filipinas, quiere acabar con la marginación legal que sufren los homosexuales y transgénero y luchar por la unión civil entre personas del mismo sexo en su país, donde la Iglesia Católica conserva una enorme influencia.
La transexualidad y la homosexualidad “se ve mucho en Filipinas (…), pero legalmente hablando aún no se ha aceptado”, afirma Román en una entrevista con EFE.
“El pasado 30 de junio ya presenté una propuesta de ley en contra de la discriminación para la comunidad Glbti“, concreta la también periodista de profesión y residente en España durante más de dos décadas.
Román, de 48 años, fue elegida como representante de la provincia de Bataan (norte) para la Cámara Baja de Filipinas tras recibir más del 60% de los votos en su circunscripción durante las elecciones generales del pasado 9 de mayo.
Su primer proyecto de ley, que tiene que ser estudiado y aprobado por el Congreso, “pretende identificar cuáles son las situaciones de discriminación (a las que se enfrentan los Glbti) y penalizarlas”.
Aunque no quiere que se la defina como “la congresista transexual”, es muy consciente de los problemas a los que se enfrentan los filipinos Glbti. “También voy a luchar por el reconocimiento de género como ya se hace en Europa, que las personas que ya se han sometido a las operaciones de cambio de sexo puedan tener su genero actual reconocido”, explica la diputada.
“Lo que busco -añade- es simplemente que tengan los mismos derechos que los demás ciudadanos de este país, porque aunque se diga que están aceptados, luego no existe esa verdadera igualdad”.
Además, la congresista buscará promulgar una ley que reconozca la unión civil de parejas de homosexuales en Filipinas, aunque es consciente de las limitaciones que se encontrará.
“Yo no voy a utilizar el término matrimonio (para uniones homosexuales) porque es muy controvertido aquí en Filipinas”, afirma Román en referencia a la influencia de la Iglesia Católica en el archipiélago asiático. “Me temo que si intentara utilizar ese término me encontraría con la oposición de los sectores mas conservadores de la sociedad porque quieren ese término para ellos solo”, puntualizó.
Román conoce bien el mundo la política filipina, puesto que su padre y su madre han representado a Bataan en el Congreso durante las últimas dos décadas. Pese a esta fuerte influencia, la legisladora no decidió seguir los pasos de sus progenitores hasta que volvió de España a Filipinas en 2012, cuando su padre enfermó gravemente.
“Mi padre me dijo que a menos que ayude a los demás, mi vida realmente no tiene un significado profundo y va a ser una existencia muy superficial”, revela la parlamentaria.
Al margen de mejorar la legislación filipina, el principal objetivo de Román es conseguir que la sociedad deje de hablar de los distintos géneros y que las personas “empiecen a tratarse como seres humanos“. “Eso es lo que intento, que nos fijemos en el corazón de la gente y en lo que cada uno tiene que ofrecer”, dice Román.
Por ello, la congresista prefiere restarse mérito y señalar que su condición sexual no la diferencia del resto de sus compañeros. “Todos tenemos las mismas preocupaciones y los mismos problemas. O sea que no, no estoy orgullosa de haber conseguido algo así (…). Soy una política más y eso de ser transexual es una mera anécdota”, insiste Román.