George Weah encarna el sueño de los liberianos

En 1995 se convirtió en el único africano en ganar el Balón de Oro.

En 1995 se convirtió en el único africano en ganar el Balón de Oro.

En 1995 se convirtió en el único africano en ganar el Balón de Oro.

George Weah llegó a la Presidencia de Liberia en su segundo intento. Fue candidato en el 2005, pero perdió con Ellen Johnson Sirleaf. Luego intentó ser vicepresidente en el 2011. También perdió. En el 2014 al fin ganó unas elecciones para senador del condado de Montserrato por el partido que él había fundado: Congreso para el Cambio Democrático.

Cuando el 22 de enero tomó posesión del máximo cargo de su país, el mundo regresaba a ver a uno de los futbolistas más extraordinarios de la década de los noventa. Fue, como jugador, un fenómeno: el único africano que recibió el Balón de Oro como mejor jugador del mundo pese a nunca jugar un mundial. No es el único: el norirlandés George Best tampoco estuvo en un mundial.

Todo futbolero sabe -lo discute, al menos- que la consagración de un jugador es el Mundial. Algunos no lo lograron porque su fútbol no era lo suficientemente bueno, como ocurrió con Alberto Spencer y el mismo Best. Otros, porque las guerras se los impidieron, como al paraguayo Arsenio Erico: no se sabe si Paraguay hubiese clasificado, pero la Segunda Guerra Mundial no permitió saberlo.

El caso de Weah puede ser una combinación de ambas cosas: Liberia nunca ha tenido una gran selección, pero también ha sido el escenario de dos guerras civiles que asolaron el país (1989-1996 y 1999-2003) y dejaron 250 000 muertos.

Weah vivió fuera de su país en ese tiempo. Brillaba en el fútbol europeo, pero sobre todo en ese gran Milan de Franco Baresi, Paolo Maldini, Allesandro Costacurta Se retiró justo cuando concluyó la última guerra civil. Y comenzó, entonces, su carrera política.

Su llegada a la Presidencia puso a Liberia en las portadas de los medios del mundo. Llegó con el voto de los jóvenes, que lo ven a él como un referente en un país sumido en la pobreza. Y su presencia en los diarios fue amable si se compara con la otra noticia que demandó cobertura internacional: la epidemia de ébola que, entre 2014 y 2016, afectó a 10 675 personas y mató a 4 809.

Pero la atención mediática de este país comenzó ya en el siglo XIX. El archivo del New York Times registra su primera publicación de este país el 19 de septiembre de 1851. Y sí tenía razones para hacerlo.

Liberia es la primera república negra que, además, se independizó en 1847, “no de un Estado sino de una empresa, mucho tiempo antes que la mayoría de África”, escribe Omar Freixa en el diario El País. Y añade que, “en efecto, cuando el continente fue repartido a finales del siglo XIX, esta joven república fue, junto al reino de Etiopía, la única en conservar su autonomía”.

Ubicada en el litoral noroeste de África, esa región fue bautizada por los europeos en el siglo XV como ‘Costa del Grano’ porque era rica en pimienta malagueta. También de allí salieron numerosos esclavos hacia Estados Unidos.

Y este vínculo con EE.UU. es lo que dará sentido al nacimiento de Liberia, cuya bandera es como la estadounidense pero con una sola estrella y 11 franjas que representan los 11 firmantes de la declaración de independencia (la de Estados Unidos tiene 13 por las colonias) y la moneda es el dólar liberiano.

Estados Unidos había prohibido la importación de esclavos en 1808 (igualmente llegaron alrededor de 3,5 millones de ellos). En 1816, se constituye la compañía American Colonizatión Society (Sociedad Americana de Colonización). Obviamente estuvo constituida por blancos. Su idea era una: dotar de una tierra lejos de EE.UU. para los esclavos libertos. Algo semejante nacería en la década de los treinta en Jamaica con los rastafari, que impulsaban el éxodo a sus tierras ancestrales. La diferencia es que los rastafaris tenían una visión mesiánica; la Sociedad estadounidense quería deshacerse de los afrodescendientes.

En 1847, esos colonos estadounidenses se “independizan” de esa empresa. Si bien consideraron a África como la tierra prometida no mantenían contacto con los africanos. De hecho, reproducían las lógicas del sur estadounidense. Y el nombre de su capital, Monrovia, fue en honor al presidente estadounidense James Monroe (el de la doctrina Monroe y América para los americanos).

Pese a tener una estructura democrática, pronto se vería afectado por esa desconfianza natural entre los originarios y los colonos: los primeros eran considerados incivilizados; los segundos llegaban con una supremacía cultural.

El año 1980 sería clave para lo que será la violencia liberiana. Samuel Kanyon Doe llega a la Presidencia (el primero que no pertenecía a la élite descendiente de estadounidenses) luego del golpe de Estado en el que mataron a quien era presidente durante nueve años: William R. Tolbert Jr.

Las elecciones de 1985 para legitimar a Doe estuvieron signadas por el fraude. Un golpe contra él fracasó. Mataron a más de 2 000 civiles y encarcelaron a los opositores. Luego vinieron las guerras civiles aupadas por militares. El último presidente de estos tiempos conflictivos, Charles G. Taylor, que también acabó con la oposición, tuvo que irse al exilio en el 2003.

Tras un gobierno de transición, Ellen Johnson-Sirleaf ganó las elecciones a Weah, en el 2005. Y fue ella quien le entregó el poder. Pero Weah tiene como vicepresidenta a Jewel Howard Taylor, exesposa del exdictador Taylor. Y su nombre genera dudas en un país que, con sueños de un ‘crack’, espera un futuro mejor.

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