En el centro cultural y turístico Ka Ti Luli, gran parte del recorrido consiste en mostrar cómo es la alimentación tsáchila.
El plátano verde y maduro forma parte de la identidad gastronómica de los tsáchilas.
Por eso, buscan difundir a los turistas la importancia de este producto para la etnia.
En el centro cultural Ka Ti Luli, ubicado en la comuna Chigüilpe, se muestra al visitante cómo se cosechaban los plátanos hace más de 100 años.
Pese a que la recolección de los frutos era una tarea de las mujeres nativas, la cosecha del plátano lo hacía el hombre. Eso, debido a la altura de la planta y al peso de los racimos.
Pero al llegar el producto a la vivienda -de pambil y paja toquilla– era la mujer quien se encargaba de la preparación.
En las siete comunas se preparan al menos ocho platos dulces y salados con el plátano.
La guía turística Cruz Calazacón señaló que la preparación se inicia desde cuando se descascara el plátano.
Las mujeres lo hacen con los dientes. El truco para no mancharse con el líquido que emana la cáscara consiste en morderlo fuerte y rápidamente.
Incluso para la fiesta Kasama (Nuevo Amanecer), que se realiza en marzo o abril de cada año, los tsáchilas realizan un concurso entre las mujeres. La que más rápido pele el plátano es la ganadora.
Uno de los platos más tradicionales es la ‘bala de verde’. Consiste en aplastar el plátano cocinado en un fogón de leña hasta que se convierta en una masa suave. Esa preparación se envuelve en hojas de plátano y se coloca en una parrilla.
Ese platillo es el acompañante del maito o ayampaco de pescado.
Con el plátano maduro, en cambio, se realizan chichas y también un postre de plátano con chontaduro.
En los centros culturales, otra de las preparaciones es el plátano asado, que se sirve en hojas de plátano. “Hacemos degustaciones a los turistas mientras les explicamos sobre la importancia del plátano”.
Incluso -agregó- les contamos cómo eran utilizadas las cáscaras del plátano en la medicina ancestral.
Los tsáchilas no desperdiciaban las hojas ni la cáscara verde. Con eso hacían infusiones e incluso combinaban esa receta con brebajes que se hacían con la piel fermentada de los animales, como la culebra.
Esos remedios servían para curar desde enfermedades de la piel hasta dolores de estómago o cabeza.
En la actualidad, los chamanes ya no realizan estas pócimas, porque han descubierto que hay otro tipo de plantas con propiedades curativas más eficientes que el plátano.
Sin embargo, en la gastronomía aún es un producto indispensable en la mesa de las familias de las siete comunas.
Por eso, se han creado nuevas preparaciones, como un coctel con plátano maduro y malá (chicha con caña de azúcar y maíz fermentado).
La turista Carmen Gonzaga afirmó que la gastronomía tsáchila es deliciosa, porque no utilizan aliños con conservantes, es baja en sal y todos los productos son asados.
Ella visitó en noviembre la comuna Chigüilpe. “Me gustó la comida y cómo los niños explican sus sabores en tsa’fiki”.