El mismo Freddie Mercury expresó en 1978 que, tras cuatro discos exitosos, los integrantes de Queen se habían convertido en hombres de negocios. Foto: Shutterstock.
Si Freddie Mercury viviera, seguramente estaría orgulloso de la enorme y cálida reputación que disfruta en esta era de las redes sociales, en que no paran de circular y compartirse los halagos hacia este artista, considerado por muchos como algo más que un destacado virtuoso del canto, sino como el cantante definitivo del rock. Ni Elvis Presley le gana. O al menos nadie ha escrito algo como “Por qué Elvis es el mejor cantante según la ciencia”.
Lo que habría sorprendido más todavía a Freddie Mercury es la enorme tardanza en hacerle una película, pues desde su muerte el 24 de noviembre de 1991 a los 45 años, Queen dejó de ser una banda de rock para convertirse en una sociedad de empresarios que ha administrado el legado de la música del grupo con la habilidad de una franquicia de fast food.
El baterista Roger Taylor y el guitarrista Brian May han cuidado el negocio, han salido de gira con cantantes invitados como Paul Rodgers y Adam Lambert, han sacado más discos de Queen que cuando Mercury vivía (¡12 recopilatorios!), lanzaron un libro de fotos en 3D y también su propio juego de Monopolio. Hasta hace no mucho, se podía comprar en la página oficial de Queen un disfraz de Freddie Mercury cuando usaba chaqueta amarilla y pantalón blanco.
El mismo Freddie Mercury expresó en 1978 que, tras cuatro discos exitosos, los integrantes de Queen se habían convertido en hombres de negocios, con inversiones en empresas de diverso tipo. Lo dijo textualmente: “Es el momento de cosechar beneficios”. Y lo expresó cuando el grupo había tomado la decisión que hizo de Queen un supergrupo, adorado en los estadios del mundo. Esa decisión fue cambiar el estilo y no, como suele creerse, grabar Bohemian Rhapsody.
El bajista John Deacon se alejó de la música luego de los primeros homenajes tras la muerte de Mercury, pero recibe puntualmente sus regalías. Y ahora, por fin, llega la película hollywoodense, luego de varios documentales.
Con motivo de la película ‘Bohemian Rhapsody’, que se estrenará el miércoles en Ecuador y que rinde honores a los inicios del grupo Queen, se ha vuelto común hablar del prodigioso canto de Freddie Mercury, un dientón y migrante parsi, así como de catalogar a la canción que da título al filme como la pieza más importante de la carrera de Queen.
Video: YouTube, cuenta: 20th Century FOX España.
Por eso la película carga con ese encabezado, para unir esas dos referencias que parecen verdades sagradas, que Freddie Mercury es el mejor cantante de todos los tiempos “y la ciencia ya lo ha demostrado”, y que Bohemian Rhapsody es la canción perfecta.
Es innegable que Mercury tenía un don para el canto. Quizás solo el aterciopelado Roy Orbison podía rivalizar con él. Es célebre ese análisis científico de la voz de Mercury,más cercano al barítono que al tenor,que afirma que el vibrato, o sea la ondulación del sonido que una persona es capaz de producir, era más rápido que lo habitual ya que llegaba a 7,04 hercios, cuando la cifra promedio es alrededor de 6.
También son evidentes las cualidades de la canción Bohemian Rhapsody, publicada en 1975 y que imita a las rapsodias de la era romántica, que unían partes temáticas sin relación entre ellas y que se dividían en secciones lentas y rápidas. Freddie Mercury concibió seis secciones (introducción de piano, balada, solo de guitarra de Brian May, ópera, rock y coda) y escribió una letra que es considerada fatalista pero de la que no existe certeza absoluta sobre su real significado. ¿Quién no reconoce las primeras líneas, cuando el cantante anuncia a su madre que ha matado a un hombre?
El problema es que todo eso no bastaba para que Queen sea considerada una banda realmente importante. El cuarteto empezó con fuerza en el hard rock, pero se fue decantando por el barroquismo, sin caer de todos modos en el detallado rock progresivo que bandas como Yes o Pink Floyd cultivaban. Por eso, los críticos de la época no los respetaban.
Esto escribió el inglés Mick Houghton, uno de los más respetados periodistas de música, en la revista Sounds en 1977: “Queen, a pesar de lo irrelevante de su música, lo cual parece ser su peor defecto, es una suprema banda de pop, con la carga negativa que esa palabra tiene hoy”. Por eso Mercury y sus amigos detestaban a la prensa y adoptaron el divismo, que desconcertaba a los críticos.
Los miembros de Queen conducían Porsches y vestían abrigos de pieles, mientras Freddie Mercury soltaba las riendas a sus extravagancias, tanto en el vestuario y ‘look’ (pantalones ajustados, uñas pintadas, escotes…), como en su vida sexual.
Un problema mayor era que sus canciones barrocas, que funcionaban muy bien en la radio, no podían ser reproducidas en directo de manera similar a la grabación. Por eso, el grupo debió adaptar Somebody to Love a algo más simple, y poner una grabación para la parte de ópera de Bohemian Rhapsody. Queen estaba creando una reputación poco conveniente para esos años, la de un grupo estupendo en estudio, pero que en directo podía quedarse corto. Yes los superaba con creces.
Eso, y el auge del punk que estaba trastornando a los sellos discográficos, motivó a un cambio de estilo en Queen: ser menos elaborados y más espontáneos y variados. El resultado fue el disco ‘News of the World’, publicado en 1977 y que impulsó al grupo al estrellato mundial. Las dos primeras canciones del disco, We Will Rock You (escrita por May) y We Are the Champions (de Mercury) fueron la pólvora que faltaba para que Queen estallara definitivamente.
A los críticos no les gustó mucho, por supuesto. La revista Rolling Stone le dio 3,5 de 6 puntos. Se dijo que su música era complaciente con las masas. Pero las ventas superaron los 10 millones de discos y pusieron a Queen como el rey, perdón, la reina del arena rock, y catapultó a Mercury como una de las estrellas de los 80, como el cantante definitivo. Y como toda estrella, debía tener su película.