Actualmente se extraen 40 000 millones de toneladas en el mundo.
Al ver la arena que cubre las playas o que rodea a los ríos es difícil imaginar que en algún momento esta podría llegar a desaparecer. En realidad, este no es un recurso infinito y, ante una población que continúa en aumento, cada vez se extraen mayores cantidades para utilizarla, sobre todo, en el sector de la construcción.
Un estudio de la Organización de Naciones Unidas, presentado el mes pasado en Ginebra, muestra que la demanda de arena y de grava bordea los 50 000 millones de toneladas por año. Esta cifra es tres veces más que hace 20 años y convierte a la arena en el recurso más utilizado en el planeta después del aire y el agua.
Este material está presente en la mayoría de artículos que las personas utilizan diariamente. Es parte de las casas, carreteras, vajillas, maquillaje, aparatos electrónicos e incluso de las pastas de dientes. La mayor parte de la arena que se retira de playas, ríos y del fondo del océano se destina a la producción de cemento, que es el material de construcción más utilizado en el mundo, aún cuando la de mar no es recomendable para edificaciones.
El informe alerta que, aunque ha sido un problema al que no se le ha prestado tanta atención, la extracción sin control y sin un manejo adecuado puede causar graves daños a los ecosistemas y conducir a las actividades extractivas ilegales.
Daniela Flor, docente de Ingeniería Ambiental de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), explica que la extracción de este recurso puede afectar a la calidad del agua de los ríos, ya que aumenta la cantidad de sedimentos.
La actividad también puede tener impactos en el cauce del río. En el momento de extraer la arena se construyen barreras que hacen que el cauce se modifique. Esto puede aumentar la erosión del suelo y dañar la dinámica de este cuerpo de agua. En las playas ocurre un efecto similar.
Flor dice que cuando se remueven grandes cantidades de arena, la zona es más propensa a la erosión y afecta a la flora y fauna. Además, se elimina la protección natural del sitio frente a oleajes y tormentas.
En el proceso también se pueden registrar impactos a la calidad del aire que se dan por todo el material que se remueve. El ruido que genera la maquinaria y las vibraciones pueden tener un efecto en la biodiversidad de la zona y, a veces, es necesario remover cobertura vegetal o abrir carreteras, lo que causa impactos en la vegetación de la zona.
Según Flor, la regeneración de la arena de las playas es un proceso que toma un largo tiempo. En Indonesia, por ejemplo, la extracción ilegal y sin control de este recurso ha llevado a la desaparición de más de 20 islas. En otras partes del planeta como Tánger, en Marruecos, solo quedan formaciones rocosas donde alguna vez la arena cubría la playa.
En Ecuador, la mayor parte de las extracciones son superficiales y son realizadas en los ríos, dice la investigadora. Uno de los casos más conocidos en el país es el de la extracción de arena negra de dos playas de Mompiche. Según la comunidad, desde inicios del 2000 se han registrado este tipo de actividades en esta zona.
En las playas Ostional y Mirador operaban dos concesiones. Santiago Moreno, comunero de Mompiche, explica que las actividades se detuvieron en el 2014 y casi dos años después se reanudaron. En ese momento empezó un conflicto social en la zona.
Después de las visitas de las autoridades competentes al lugar y las acciones de algunos moradores y negocios del sector, un grupo de comuneros puso una demanda de caducidad en el Ministerio de Minería para que retirasen ambas concesiones. Moreno cuenta que desde el 2017 se detuvo la extracción de esta arena en las playas, pero no están seguros de que la medida se vaya a mantener en el futuro.
Para este habitante de Mompiche, la actividad afecta al turismo, que representa la principal fuente de ingresos para los moradores de esta zona.
También significa un problema para la fauna del lugar y para procesos como la eclosión de los huevos de tortugas. El deseo, dice, es que se determine el cese de la actividad minera en estos puntos y que después el Ministerio del Ambiente pueda establecerlas como parte de un área protegida.
Según el reporte de la ONU ‘En busca de la extracción sostenible de arena’, actualmente se plantean opciones para una extracción responsable y para encontrar sustitutos de este recurso en el ámbito de la construcción.
El informe explica que en los Países Bajos, por ejemplo, se inauguró en el 2018 la primera ciclovía fabricada solo con plástico reciclado. También proponen el uso de otros materiales como tierra, bambú, madera o paja para los mismos propósitos.
Flor coincide en que lo importante no es detener la actividad, sino que la extracción de arena se realice de una forma sostenible. Esto implica que las actividades se lleven a cabo a través de un proceso legal, con la supervisión de la entidad ambiental competente.