En los próximos días, el mundo católico se alista para la celebración de la Semana Santa. En este tiempo, algunos creyentes suelen utilizar la palma de cera para realizar arreglos y llevarlos a las iglesias el Domingo de Ramos. Sin embargo el Ministerio del Ambiente y el Jardín Botánico de Quito emprenden una campaña para la conservación de este tipo de planta.
Una de las razones principales es que la palma de cera es el lugar de anidación de dos especies de aves, el loro orejiamarillo y el perico cachetidorado.
Las palmas de ramos o de cera crecen en las estribaciones andinas, desde Venezuela hasta Bolivia, entre los 900 m y los 3 500 m de altitud, donde se han registrado 12 especies del género Ceroxylon.
En Ecuador se han identificado seis especies de palmas del género Ceroxylon. De acuerdo con la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las tres primeras son consideradas como vulnerables. Esta categoría de amenaza indica que una especie enfrenta un alto riesgo de extinción en estado silvestre en el futuro mediato.
En el caso de la zona noroccidental de Pichincha, se encontró que el loro orejiamarillo migra cada año desde agosto hasta noviembre a sitios con palmas, pero cada año es menor su presencia por la falta de este tipos de vegetación, cuyas semillas tardan 276 días en germinar y las platas pueden vivir hasta 250 años.