Susana Reyes es una de las maestras de danza más destacadas del país. En esta fotografía aparece en el jardín de su casa, ubicada en el sector de Conocoto. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Durante las últimas semanas, la necesidad de pasar a una economía austera se ha convertido en el centro de los discursos generados por políticos y economistas de varios países de Latinoamérica. Aprovechando esta coyuntura, Susana Reyes, una de las mujeres que ha marcado la escena nacional a través de la danza, conversó con este Diario sobre la austeridad y las posibilidades de pensarla desde otros ámbitos y otros contextos.
¿Qué es para usted la austeridad, cómo la definiría?
Para mí la austeridad es una cualidad y un valor que tiene su centro en la mesura. Una cualidad que está alejada del derroche, la opulencia y la ostentación. Cuando se la vincula con una serie de proyectos económicos ya no es un valor ni una cualidad. Hay que tener claro que la austeridad no es carencia pero la carencia puede ser un camino que te sirva para entender la austeridad de una manera distinta. Esta idea la aprendí desde pequeña, porque fui la última de muchas hermanas y en mi casa heredaba todo. Ahí no había derroche sino reciclaje.
Hay una tendencia global de vincular a la pobreza con la austeridad, ¿por qué?
La pobreza o la carencia no son sinónimos de austeridad. En la carencia o en la pobreza puedes aprender o desarrollar la austeridad como un valor, como sucede cuando vives en abundancia. Pienso que, reorientada, la austeridad pueden ayudar a desarrollar otros valores como la solidaridad. La idea de esta reorientación es buscar que la sociedad vuelva a ser un espacio en el que nos reconozcamos los unos con los otros y que entendamos que todas las personas somos parte de una misma mazorca.
¿Qué pasa cuando la austeridad es impuesta?
Cuando la austeridad es entendida como una cualidad o como un valor hay conciencia de que es necesario llevar una vida mesurada. Cuando se vuelve una imposición desde el poder la austeridad se convierte en algo que hiere a las personas, genera violencia.
¿Ahí la austeridad no se confunde con esta idea de sacrificio proveniente de la religión católica?
Puede ser que en el imaginario social sea así pero no veo al sacrificio y a la austeridad ligadas. La austeridad se convierte en sacrificio cuando vas más allá de tus posibilidades. El sacrificio sucede cuando no estás respetando tus límites, cuando estás quebrantando tu propio ser. Hay esta máxima de amar al prójimo como a ti mismo. El rato que amas menos o más que a ti mismo estás rompiendo esa máxima y entrando al mundo del sacrificio.
¿La austeridad es una consecuencia inevitable de
la abundancia mal manejada o desaprovechada?
La abundancia mal manejada es todo lo contrario a esta idea de austeridad que te menciono. El derroche como una conducta opuesta a la austeridad la podemos encontrar incluso en personas que no tienen posibilidades económicas. Así como podemos encontrar conductas de mesura en personas que pueden tener mucho. Hay ejemplos por todas partes que muestran que los excesos que pudieron ser usados para el derroche se usaron para el fomento de obras sociales. Es una muestra de que si tienes excesos en tu vida los puedes usar en cosas de valía. Del otro lado está le gente que no tiene pero que derrocha, que va más allá de sus límites adquiriendo deudas que incluso los pueden enfermar. Lo que veo ahí es una distorsión de valores. Deberíamos aprovechar que los políticos están hablando tanto de la austeridad para volver los ojos a la esencia de esta idea.
En ese contexto, ¿la austeridad no es una prueba de que las sociedades no han aprendido la importancia de prever las cosas?
Creo que en este contexto, sobre todo, si nos referimos al mundo de la política la austeridad se ha convertido en una bandera, en un camino para la salvación. Vista así, la austeridad más bien es un concepto que acentúa las diferencias y que no nos lleva al reencuentro, a la reconciliación o a la rectificación de conductas. Lo que estamos viviendo actualmente son consecuencias de las acciones del pasado. Lo que está pasando también es una oportunidad para hacer una revisión de nuestra historia, de ver cuáles han sido nuestros aciertos y cuáles no. Creo que llegamos a un punto donde ya no podemos equivocarnos. Más que inventarnos nuevas fórmulas o esperar que un político proponga lo nunca propuesto y otro lo nunca dicho, hay que volver a los valores que generan conductas positivas en la sociedad. Ahí la austeridad como cualidad podría convertirse en protagonista.
¿Podemos sacar algún provecho de esta idea de austeridad impuesta?
Si esta austeridad impuesta se reviste de conciencia podríamos encontrar en ella por ejemplo a la benevolencia. Si a mí me vienen a hablar de la austeridad por la austeridad, de que ahora es el momento de reprimirse, claramente me están violentando. Por el contrario, si se crean espacios de diálogo y se logra entender que en la austeridad se puede encontrar cosas como la benevolencia, estaríamos dando un giro a la idea de austeridad como una solución inmediata a nuestros problemas. Vengo de un hogar humilde y si hay algo que me afecta es ver propuestas políticas que manipulan la pobreza y el dolor. Lo ideal sería que se creen propuestas que tiendan a un bienestar general.
A mediados de año se publicó un estudio que informaba que la humanidad había consumido todo lo que estaba proyectado para el 2018, ¿en ese contexto, el bienestar del que habla no debería incluir el cuidado de la naturaleza?
Mirar a la austeridad como un valor permitiría incluso respetar más a la naturaleza. Si creemos que la naturaleza está solo para servirnos y arrasamos todo lo que está a nuestro alrededor, lo único que estamos haciendo es colocar a la codicia como un valor protagónico. Esa pérdida de equilibrio o de la mesura con la naturaleza nos ha llevado a un desorden como humanidad. El ser humano ha creído que es dueño y señor de todo, cuando solo somos parte de ese todo. Lo que me llena de esperanza es ver que hay muchos jóvenes que están vinculados a los movimientos ecológicos. En casa tengo hijos y nietos que siempre están hablando de la importancia del reciclaje, que no es un asunto de no generar más basura sino de aprender a vivir mejor con ella.
¿Cree que el arte puede servir como una herramienta para mirar a la austeridad como un valor?
Para mí la austeridad en el arte ha sido maravillosa, porque me ha ayudado a construir una carrera sin excesos y me ha permitido tocar el alma de muchas personas. Ahí también está presente esta idea de reciclar. Nosotros siempre lo hacemos con los vestuarios o los escenarios. El arte visto así transforma, despierta y sana. Deja de ser una cosa que ves de lejos para convertirse en un ritual donde espectador y oficiante participamos juntos.
Algo que usted se ha dedicado a expresar a través de la danza butoh.
La danza es una forma de austeridad maravillosa. Cuando me vinculé a esta expresión preciosa que es el butoh descubrí que su principio es la austeridad porque siempre está presente esta idea de eliminar todo lo que esté de más y dejar todo lo más limpio posible. En la cultura oriental a eso se le llama zen, que no es otra cosa que quitar todo lo que no necesitas y todo lo que es ficticio para que quede solo lo esencial.
¿Cuándo la austeridad se puede convertir en placer?
Cuando la austeridad se convierte en un paso al siguiente peldaño en la escala de valores y aparecen cosas como la solidaridad, o cuando te lleva a mirarte en el otro. Es importante que no olvidemos que todo lo que tenemos o lo que se nos ha dado puede ser compartido y que cuando guardamos los excesos estamos siendo avaros. No hay que olvidar también que las cosas que son impuestas generan solo impactos y bloqueos y despiertan emociones negativas en la mayoría de personas.