Patricia Rameix: ‘Pedro siempre luchó para que Quimera persista’

Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

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Patricia Rameix, la cantante de Quimera, se pinta los labios de rojo antes de empezar la entrevista sobre el legado de su esposo y compañero de grupo, el músico Pedro Granda, quien falleció en agosto de 2019 a causa de un cáncer a las vías biliares.

Levanta el mentón, aunque dice que todavía siente que le acaba de pasar un tren por encima. A medida que se desarrolla la conversación, sus ojos brillan más y más, hasta que lágrimas caen por su rostro. Su cabeza se debate entre la sensación de que es muy pronto volver a los escenarios y la necesidad de hacerle un homenaje a quien fue su compañero de vida.

Pero hizo una promesa, seguir cantando. El martes, 19 de noviembre de 2019, a las 19:00, en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura, Quimera presentará el concierto Pedro Canoero, en homenaje al guitarrista y cantante con quien compartieron 38 años de música.

Margarita Laso, Pablo Valarezo, Carlos Grijalva, Consuelo Vargas, María Luisa González y el maestro Emilio Lara también le cantarán a Pedro. Además, el Ballet Nacional del Ecuador será parte de este homenaje.

¿Cómo nació el grupo?

Con Pedro, a más de compañeros de grupo, a más de esposos, éramos primos. La música se inició hace 38 años, porque mi hermano Luchito venía de Europa, haciendo estudios de guitarra. En ese tiempo, los primos, la familia le recibimos a Luis. Lo típico era la música porque en la familia hay un entorno musical muy profundo. En esa invitación obviamente estaba Pedrito. Decidimos hacer música esa mañana, me acuerdo, compaginaban tan lindo las guitarras, las voces. Alguien por ahí comentó: “¿Ustedes no han pensado en hacer una agrupación, por qué no hacen algo de música? Tienen una afinidad tan linda”.

¿Por qué eligieron el nombre Quimera?

En una conversación, nosotros decíamos que el único condicionante para que el grupo exista era que debíamos vivir exclusivamente de la agrupación, de la música. Una persona dijo: “¡pero me parece una locura, o sea ustedes están locos, vivir en este país de la música es una quimera!”. Entonces, de ahí tomamos ese nombre y el grupo se llamó Quimera.

¿Cómo evolucionaron musicalmente?

Vas de a poquito, paso a paso. Cuando nos iniciamos, entonces era interpretar música latinoamericana. Siempre tienes un referente importante. En esa época, nuestro referente importante, para mí, era Mercedes Sosa, para todo el grupo eran Inti Illimani, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, todos esos grupos que estaban inmersos en ese instante, que vivían esta onda de la nueva música, de la nueva canción. Después, a mí siempre se me metió el gusanito de la música ecuatoriana. Desde pequeñita yo interpretaba música ecuatoriana, entonces siempre les decía, “¿por qué no vamos a interpretar música ecuatoriana?”. Pedrito me decía, “todavía no es el momento”.

¿Cuándo llegó el momento para la música ecuatoriana?

Sacamos la discografía. Primero grabamos una trilogía de música latinoamericana y el cuarto disco era solamente de música ecuatoriana. Y este disco arrasó en ventas. Nos dimos cuenta que eso era lo nuestro y lo que hasta ahora ha estado vigente para nosotros.

¿En este camino cómo empezó la relación sentimental con Pedro?

Creo que la música. Muchas vivencias que teníamos los dos; particularmente veníamos de situaciones un poco difíciles. Eso hizo quizá que empecemos a sentir el uno por el otro algo que ya no era el cariño solamente de un compañero de grupo porque teníamos un compartir con él muy profundo. Hubo muchas vivencias y quizá eso hizo que al cabo de los años exista esa afinidad, ese amor que se convirtió en otra cosa, ahí empezó ya una relación de pareja con Pedris.

Ahora que Pedro no está, ¿qué le espera a la agrupación?

Él siempre luchó para que Quimera persista. Pedro siempre me decía: “Tú tienes que continuar, Paty, en los escenarios, prométeme, tú siempre vas a estar en los escenarios”. “Claro”, le decía yo, pero cuando pasa esta cuestión de Pedro se hace tan difícil. Yo decía, no quiero volver a saber de escenarios por largo tiempo. Pero luego te das cuenta que la mejor forma de rendirle un homenaje a él es justamente subiéndote a un escenario, cantando.

¿Cómo se gestó el homenaje para Pedro?

Cuando Pedrito estaba en el hospital, en sus últimos días de agonía, entraban las enfermeras y él bromeaba, les decía: “me van a ver a mí en el próximo concierto”. Un poco él fue el gestor de este concierto. Incluso le decía a mi hermano: “Luchito, ustedes tienen que hacer un concierto, tiene que ser en tal sitio y quiero que al final hagan este tema que a mí tanto me gusta, Pedro Canoero, salgo al final del concierto y canto con la Paty”. Abrigaba todavía muchas esperanzas, estaba ilusionadísimo con que se diera este concierto. Lo triste de esto es que nunca nos imaginamos que iba a ser póstumo.

Pedro tuvo cáncer, ¿fue una batalla larga?

Larga. Pedro empezó con una enfermedad que se llama la gota, le empezó a afectar terriblemente a sus articulaciones, tenía unos dolores bárbaros. El error que él cometió fue automedicarse. Él se llegó a tomar hasta siete desinflamantes diarios, se curó de su gota, se le quitó el dolor, pero el hígado se le acabó. El primer diagnóstico que tuvo fue cirrosis por medicación, pero después iba al tema de trasplante, pero no pudimos llegar al trasplante porque se le presentó un cáncer a las vías biliares y con eso ya no hubo cómo hacer nada.

Al ser músico, él seguramente quería tocar. ¿Eso le motivaba a tomarse las pastillas?

Ese fue un detonante. Había muchas giras y muy extensas, Pedro venía con su enfermedad, muy delicadito. Era una persona testaruda como no te imaginas. Por más que la familia le decía, los hermanos, todo el mundo luchábamos para que él se cuide en este sentido, pero él decía no, ya no quería saber absolutamente nada. El decía, tengo que hacer esto, tengo que llegar a estos planes, a estos conciertos y a veces el dolor que tenía era muy duro. El Pedro se automedicaba terriblemente, se mandaba pastillas sin misericordia y eso le afecto terriblemente.

Aunque físicamente no está, nosotros sentimos que todo el tiempo está con nosotros, le sentimos en el escenario, ensayos, en la casa. Creo que él está aquí, siempre.

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