La donación de órganos crece, pero lentamente

Juan Carlos Vite, uno de los beneficiarios de trasplante, espera por cita médica en la sala de urgencias del Luis Vernaza. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.

Juan Carlos Vite, uno de los beneficiarios de trasplante, espera por cita médica en la sala de urgencias del Luis Vernaza. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.

Juan Carlos Vite, uno de los beneficiarios de trasplante, espera por cita médica en la sala de urgencias del Luis Vernaza. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.

Él seguiría ligado a una máquina de hemodiálisis si no hubiera recibido aquella llamada, el 2 de diciembre del 2014. “Me dijeron que había un donante. Y yo era compatible”, recuerda Juan Carlos Vite mientras espera una cita médica de rutina.

Una herencia fatal marcó la vida de su familia. La hipertensión arterial habría causado, como le explicaron varios médicos, la insuficiencia renal a dos de sus hermanos.  “Fue terrible. Lo viví con ellos cuando los acompañaba a las sesiones de hemodiálisis; y después me tocó a mí”.

Y siguió el tratamiento por casi 5 años, hasta que su teléfono sonó. Ese día, un joven de 20 años sufrió un daño cerebral irreversible tras un accidente de tránsito. Juan Carlos, de 36 años, recibió una nueva oportunidad. “No conocí a mi donante, pero vivo agradecido con él y su familia”.

El año pasado, el Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot) registró 50 donantes efectivos, el 30% de un total de 310 operativos, como registra un informe colgado en su portal web. 105 pacientes accedieron a trasplantes, entre ellos Juan Carlos. Pero había 443 personas en lista de espera.

En lo que va de este año hay 53 donantes. A través de ellos se lograron 240 trasplantes: 98 renales, 12 hepáticos, uno hepatorenal, 108 procedimientos con córneas y 21 de médula ósea (con donante vivo).

Según el Indot, en el 2007 hubo 64 trasplantes y en lo que va del año suman 240. Los especialistas de Guayaquil coinciden que las estadísticas crecen lentamente. Esto pese a que desde el 2011, a través de la Ley Orgánica de Donación y Trasplante, se estableció que todos los ecuatorianos somos donantes salvo que indiquemos lo contrario.

Y sin considerar que los accidentes de tránsito y las enfermedades cerebrovasculares, las principales fuentes de donantes cadavéricos -por diagnóstico de muerte cerebral-, están entre las causas de muerte más comunes. En el 2014 hubo 3 059 defunciones por accidentes y 3 777 por daño cerebrovascular.

“Las leyes, por sí solas, no cambian la conducta. Hay que trabajar en hacer conciencia”, dice la doctora Candela Cevallos, coordinadora de Trasplantes del Hospital Luis Vernaza.

Ese es el único centro acreditado por el Indot en la ciudad (son siete en el país, cuatro en Quito y dos en Cuenca). Registra 97 trasplantes renales, 176 de córneas y otros 572 de tejidos entre el 2009 y 2015.

Para el Indot, las estadísticas nacionales podrían ser mayores si existieran más hospitales acreditados en Guayaquil. “El sistema público requiere con urgencia tener un programa de trasplante en la ciudad”, cita en un comunicado. Y agrega que en la Sierra existe una mayor predisposición de las personas hacia la donación de órganos.

Para acortar el sufrimiento de Nathaly, su padre estaba decidido a darle uno de sus riñones. Pero una gripe inesperada impidió la operación. Desde los 4 años, una infección renal afectó la salud de la niña. Y desde los 12 necesitó diálisis permanentes, de 10 horas diarias.

El año pasado, poco antes de cumplir 15 años, recibió el mejor regalo de todos. “Cuando supimos que había un donante cadavérico la desconecté de la máquina de diálisis y vinimos al hospital. Ella es la primera adolescente trasplantada”, dice su mamá.

La nefróloga Noralma Mosquera cree que el incremento de las donaciones depende de la educación sobre el tema. Asegura que, con los altos índices de hipertensión y diabetes en el país, factores que conllevan a la insuficiencia renal, existen altas probabilidades de vivir de cerca la necesidad de un trasplante renal.

“Es más probable que necesitemos de un donante a que enfrentemos la pérdida de un familiar potencial donante. Contar con personal entrenado y humanizado y la transparencia en el manejo de las listas de espera son, para Pascual, los factores que han convertido al sistema sanitario de trasplantes en “la joya del país”.

Mientras Pascual participaba en un taller sobre trasplantes en el Vernaza, el 23 de agosto, la psicóloga Gonzaga recibía una respuesta positiva de donación. Los padres aceptaron la donación de su hijo fallecido. Parte de esa vida ahora está en tres personas. Pero decenas aún siguen en espera.

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